sábado, 21 de noviembre de 2009

Viajeros del siglo XXI


“El viajero profano es aquel que no se detiene ante las prohibiciones, que siente el deseo de lo nuevo allí donde lo establecido intenta cerrarle el camino.”
Ricardo Forster.


“Ya nada es lo que era”. Lo afirman con pesimismo y nostalgia de viejos tiempos los intelectuales que ven, en la escalada mortífera del capitalismo actual, la clausura de todos los espacios de libertad y la imposibilidad de encontrar rincones no alienados por las lógicas mercantiles. Sus preocupaciones se basan en los límites que el sistema dominante impone sobre las posibilidades de la imaginación: un mundo en donde la repetición y la estandarización de lo conocido se ha convertido en el muro de lo otro por conocer. El mundo globalizado no sólo ha demostrado que sobre sus ejes se elevan las ruinas de los_ por siempre y desde siempre_ desplazados; sino que también su maquinaria fetichista se extiende a todos los ámbitos de la vida. Estos intelectuales se lamentan que la cultura del capital haya viciado un universo privilegiado de la imaginación humana; aquel en el cual_ desde tiempos de antaño_ el descubrimiento, la búsqueda de sentido y el conocimiento iban de la mano. La sentencia es fulminante: “los viajes ya no son posibles”.
En el intento de esbozar una explicación sobre la muerte del viaje, los hombres que visten el luto arremeten contra el asesino, autor material de los hechos que pusieron en jaque cualquier posibilidad de que el hombre actual pudiera parecerse a Marco Polo. El único culpable de la muerte del viajero es el capitalismo; que, con su omnipresencia en la vida de todos los hombres, convirtió una experiencia de sentido en turismo barato, actividad en la que sólo es posible la alienación y la reificación del deseo. La premisa que refuerza su horror sería: “en el mundo de hoy estamos llenos de turistas, pero se han extinguido los viajeros”.
Para entender esta oposición fundamental entre viajero y turista, esta dicotomía que no admitiría matices, es necesario establecer la diferencia analítica y conceptual de ambas representaciones. El viajero ha sido el sujeto que encarnó las experiencias fundantes en el descubrimiento de nuevos mundos, tanto externos como internos; y también objeto de discursos que reflexionaron sobre su actividad aventurera desplegando el catálogo de la diversidad de viajeros y de viajes existentes. El hombre moderno se caracterizó por su ímpetu de transgredir fronteras y buscar lugares exóticos, casi sin proponérselo. La conjunción entre el riesgo, lo inesperado, la exploración, el conocimiento, lo infinito, el ensanchamiento de los límites de lo posible, el encuentro con el ser y con los seres, lo azaroso, lo irreversible, el punto de quiebre conforman la imagen del viajero que se lanza a lo desconocido para dotar de nuevos sentidos a la existencia.
El turista, en cambio, no es otra cosa que el desecho que resulta de una construcción planificada de la máquina capitalista; donde se opera con mapas brindados de antemano, en los cuales los puntos del mundo allí identificados se reducen a sitios erigidos en paradigmas de lo que es necesario conocer y son ofertados desde las enormes vidrieras del capitalismo internacional. Con la globalización, el deseo del turista no se funda en la ansiedad de lo que va a conocer (y que, por tanto, le resulta aún desconocido) sino en la confirmación de la existencia de lo que ya sabe que existe, pues es anunciado y ensalzado desde los grandes medios de comunicación que abren su “ventana al mundo”. Con el turismo, las costumbres de regiones lejanas se han vuelto mercancías y hasta las identidades son intercambiables por euros, dólares o pesos. No causa sorpresa entonces que se organicen tours por precarias villas para que los extranjeros puedan confirmar la miseria de los pueblos o paseos guiados a través de asentamientos de comunidades originarias que venden sus “cacharritos” en un paraje de Misiones.
Pero aún así, y a pesar de coincidir en que el turismo es la forma quizá más perfecta de reificación de la experiencia, no se puede avalar la tesis de la imposibilidad de los viajes en la sociedad del capitalismo actual. El viaje como ejercicio de trasgresión, como ruptura con el universo de lo conocido, como exploración de lugares_ tanto del mundo como del alma_ que alimentan el extraviado sentido de la vida no ha muerto. El posible aún, en un mundo globalizado y estimulador del turismo planificado, que el viaje sea una experiencia de imaginación, redescubrimiento y sentido.
El pesimismo intelectual que pretende instalar lo contrario opera un peligroso reduccionismo que consiste en desestimar las posibilidades creadoras y creativas del hombre, volviéndolo un frágil blanco de la dominación total, un sujeto-sujetado por la voracidad de un sistema que lo desborda y lo determina. Es necesario insertar en este marco la advertencia de la inexistencia de un proceso totalizador y opresor que no admite márgenes para la imaginación, la resistencia y la lucha. Vale recordar, en los términos que lo plantea Gramsci, que la hegemonía cultural_ esa forma sutil de ejercer el poder a través de la adopción, por parte de los subordinados, de los valores de la clase dominante_ se da en el marco de las negociaciones que surgen de las transformaciones culturales, de las luchas que se desenvuelven en su seno y que deben ser tenidas en cuenta para que lo hegemónico lleve a cabo su absorción dando origen a una hegemonía transformada, nunca total u omnipresente.
El hombre no es un mero apéndice del capitalismo, los procesos de la subjetividad pueden verse en aprietos por ciertos límites, pero jamás los modos de resistencia se diluyen en meras conformidades. La luz de la imaginación creativa y del espíritu viajero constituyen realidades presentes en la experiencia, pero la liviandad y fluidez que las caracterizan les permite filtrarse por los intersticios que el sistema no llega a cooptar.
Se trata, entonces, de recuperar el valor de las subjetividades y una concepción del sujeto en un rol más activo que nos permita escapar de esta idea de manipulación total de fuerzas que nos penetran desde fuera. ¿Qué son las figuras del turista y del viajero sino construcciones o representaciones que los hombres nos hacemos del mundo a través de la experiencia? El concepto de representación ha sido ampliamente trabajado y la cuestión histórica del sujeto y las subjetividades nos lleva por el camino de un derrotero de desprestigio en su tratamiento por parte de las Ciencias Sociales, hasta llegar al necesario momento en que se recobra la importancia de su resignificación.
En el siglo XIX, Émile Durkheim, planteó la diferencia entre las representaciones colectivas y las individuales, postulando que las primeras constriñen el desenvolvimiento de los sujetos como una fuerza externa, como estructura omnipresente que se coloca por encima de las personas. Pero fue Serge Moscovici quien planteó el concepto de representaciones sociales, en el cual los individuos juegan un papel activo y creador de sentido. Se trata de un proceso dialéctico en donde, a partir de la interacción de los sujetos con el entorno y su universo de experiencias, surgen las representaciones como intersección entre lo psicológico y lo social.
Siguiendo esta línea, los aportes de Denise Jodelet dinamizan y alumbran esta cuestión. Esta autora es muy clara al explicar que el sujeto había sido abordado desde un rol de subordinación en el desempeño de posiciones impuestas por un lugar social, “sin autonomía frente a una sociedad regida por los imperativos del poder y del lucro”. Se propone tratar al sujeto como agente, lo cual implica el reconocimiento del potencial de selección de sus acciones para escapar a la pasividad con respecto a las presiones o coacciones sociales. Este enfoque nos permite romper la falsa dicotomía, el paradigma totalizador de la cultura dominante, para desplazarnos al terreno_ mucho más real_ de las culturas construidas a través de matrices en constante transformación y donde la lucha y el conflicto siempre están presentes. El pensamiento de Jodelet en este sentido, se expresa notablemente en el siguiente pasaje: “Porque hablar de sujeto en el campo de estudio de las representaciones sociales es hablar del pensamiento, es decir, referirse a procesos que implican dimensiones psíquicas y cognitivas; a la reflexividad mediante el cuestionamiento y el posicionamiento frente a la experiencia; a los conocimientos y al saber; y a la apertura hacia el mundo y los otros. Tales procesos revisten una forma concreta en contenidos representacionales expresados en actos y en palabras, en formas de vivencia, en discursos, en intercambios dialógicos, en afiliaciones y conflictos.”
La profusa investigación realizada por los estudios culturales y sociales nos habilita a desconfiar de posiciones catastróficas y desesperanzadoras. Sin negar el deterioro cada vez más marcado de la calidad de la imaginación y del descubrimiento, que difiere de los tiempos en que el viajero tenía todo un mundo físico y existencial por conocer. Y sin ignorar, tampoco, que el sistema capitalista internalizó en muchas sociedades el sentido común neoliberal; las producciones de sentido innovadoras, los reencuentros con vínculos olvidados y aún con experiencias totalmente nuevas, siguen siendo posibles. Bastará para ello revalorizar el papel de la subjetividad de los hombres como portador de un componente activo y contestatario en el marco por las luchas del cambio y la justicia social. Porque para eso sirven los viajes, entendidos en los múltiples sentidos que surgen tanto del desplazamiento físico para transgredir fronteras espaciales, emocionales y cognitivas como del desplazamiento espiritual e interior del cual salimos pertrechados con nuevas herramientas para operar en el entorno social.
No por casualidad Jodelet cita en su trabajo sobre las representaciones sociales el siguiente párrafo de Félix Guattari: “La subjetividad está hoy masivamente controlada por dispositivos de poder y de saber […] al servicio de las figuras más retrógradas de la socialidad. Pero sin embargo, se pueden concebir otras modalidades de producción subjetiva, como las procesuales y singularizantes. Estas formas alternativas de reapropiación existencial y de auto-valorización pueden convertirse mañana en la razón de vida de las colectividades humanas y de los individuos que se niegan a entregarse a la entropía mortífera característica del periodo por el que estamos atravesando.”
Los viajeros no han muerto, navegan por los mares de la utopía y construyen la narratividad existencial y poética que da sentido a sus vidas, proyección a sus luchas y viento que impulsa sus alas a remontarse más allá de las fronteras del mundo y de los muros del alma.


Luna.
Ensayo para la materia Taller de Expresión
Carrera de Ciencias de la Comunicación
UBA



jueves, 19 de noviembre de 2009

Militancia Vs SIP

Como no me rijo por el tiempo vertiginoso de la desinformación (modalidad con que los medios nos presentan las noticias que quedan el pasado segundos después), luego de un par de semanas del acontecimiento, acá va un artículo que escribí para el blog de Juventud Carta Abierta (http://juventudca.blogspot.com/) sobre nuestra participación en el Primer Encuentro Internacional de Medios y Democracia en América Latina:


El pasado 9 de noviembre se cumplió un mes del nacimiento de una ley que tuvo décadas de gestación. Fue concebida con la esperanza de los que sueñan con que el poder de la palabra inaugure la libertad que los silenciados jamás conocieron y reivindique las luchas que nunca fueron tenidas en cuenta o tomadas por legítimas. Porque el parámetro de legitimidad siempre corrió por cuenta de los grandes medios de comunicación que hacen uso y abuso del enorme poder de la palabra, instaurando valores que pretenden universalizables y absolutos.
Es incalculable, cualitativamente hablando, la riqueza de las nuevas perspectivas que ha abierto el debate por una nueva ley de medios en nuestro país. Instaló un escenario imposible hace tan sólo unos meses atrás y puso de manifiesto la violencia que se ejerció desde siempre y que, estos últimos meses, adquirió un espesor descomunal.
Este mes de vida fue paradojal: nuestro anhelo de una comunicación con diversas voces es ley, pero aún no ha desplegado todo su potencial y debe dar a luz a innumerables batallas. A su vez, este mes fue recibido de una manera particular por diferentes sectores de la sociedad. Por un lado, hay quienes no se resignan a soportar la idea de tener que ceder su poder y luego de incontables intentos por impedir que la ley salga, se organizan para que se de marcha atrás con una decisión soberana y democrática que, con amplia mayoría, decoró el cielo de aquella madrugada de octubre con los cantos, el baile y la risa de un pueblo que no claudica en sus luchas.
Por otro lado, están los incansables; los que, subterráneamente, trabajaron para darle alas a un proyecto que hoy, entre nosotros, promete hacer realidad el deseo de la comunicación comunitaria y popular para que las heterogéneas viviencias existentes se filtren en la circulación de los discursos cotidianos.

Asi fue que este 9 de noviembre, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) acordó su reunión en el Hotel Hilton de Buenos Aires para desenfundar su estrategia política de desprestigio y difamación no sólo de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, sino también_ya que no se dedicaron a debatir en profundidad ni un punto de la ley_ a insertar el gérmen del miedo acerca de lo que consideran la “avanzada de gobiernos totalitarios en la región que atentan contra la libertad de expresión”. Sería bueno recordar que la SIP representa la asociación de poderosos dueños de medios de comunicación, con intereses que se extienden más allá del sector comunicacional. Esta cámara patronal de empresarios festejó su reunión nº 64. La SIP se constituyó, desde mediados del siglo pasado, en un espacio que nucleaba a periodistas de diferentes tendencias políticas; pero, progresivamente, fue restringiendo la participación a periodistas con identidades de izquierda. Su vinculación con gobiernos golpistas, y su silencio manifiesto en los peores momentos de masacre en la región, configuran la gran paradoja de una organización que se cree valuarte de la libertad de expresión.
A este pomposo evento no fueron invitados aquellos periodistas o legisladores que defendieron la ley de medios. Más bien, el Hilton cobijó la voz monocorde de quienes hablan de "flagrante delito" e "inconstitucional "carácter de la naciente ley. No es curioso que la oposición que desgarra sus vestiduras por el “consenso” haya formado parte de la reunión que nuclea a quienes están tan lejos de la comunicación_ entendida como un derecho humano_ como ellos están de los valores democráticos y del pueblo.
Es por esto que la otra cara de este 9 de noviembre la constituye el Primer Encuentro Internacional de Medios y Democracia, llevado a cabo por múltiples organizaciones de periodistas que han luchado y militado por la ley, junto a periodistas y analistas nacionales e internacionales que respaldan la iniciativa. El encuentro tuvo lugar en la sede de FATPREN (Federación Argentina de Trabajadores de Prensa) y contó con destacados panelistas; entre ellos, Silvia Vázquez (Diputada Nacional), Néstor Busso (FARCO), Sandra Russo (Periodista), Luis Lázzaro (Coordinador Gral. COMFER), Ana Jaramillo (Rectora Universidad Nacional de Lanús), Edgardo Esteban (Corresponsal Telesur), Eduardo Márquez (FELCOPER Colombia).
Yo no sé cuál sería el clima respirable en el Hilton, pero en FATPREN la convicción de lucha empapaba todos los rincones. Sabíamos, desde un primer momento, que la sanción de la ley era EL PASO, pero que detrás de él nos encontraríamos con la necesidad de una militancia continua y persistente para poder concretar punto por punto lo que esta ley viene a inaugurar en materia de democratización de la información y visibilización de las diversas realidades que viven nuestros hermanos en cada rincón de la Argentina y del mundo. La calidez de sus asistentes me confirma que detrás de todo sueño hay una lucha y de que existen valores e ideologías que representan lo mejor, no sólo del ser argentino, sino del ser humano y que reverdece con renovada esperanza más allá de la constatación de que los gigantes de los multimedios harán sonar sus clarines con toda la furia para alistar a sus tropas de obsecuentes con el capital y la rentabilidad que han disfrazado de “información” y que les permitíó escalar hacia la posición social que hoy detentan.
Cuántas palabras banas y distorcionantes de las realidades de los pueblos se dicen en nombre de la libertad de prensa. Cuántos micrófonos y cámaras atestados de tendenciosas imágenes y altisonantes relatos. Cuánta desidia encubierta y cuánto héroe cotidiano se transfigura en fantasma anónimo para la indiferencia mediática acostumbrada a ametrallarnos la dignidad con los peores recortes y construcciones de “realidad”.
La diputada Vázquez lo dijo con claridad: “las balas comienzan con palabras”. No se equivocaba cuando remarcaba que el objetivo de la SIP era legitimar a los legisladores que se opusieron a la ley de medios para que puedan accionar en el descabellado plan de desarticular esta victoria. Todos alertaron sobre la situación de inseguridad informativa que vive la región, haciéndose eco del concepto esbozado por Sandra Russo. La periodista alertó sobre este extendido e incuestionable modo de censura que se ejerce desde los medios y se perpetra en contra de los pueblos. El mismo consiste en que el hecho de que los medios seleccionen y configuren la noticia que les conviene ejerce la censura por medio de la invisibilización de otras realidades. La sutil y permanente erosión de los líderes latinoamericanos, que han propuesto un giro respecto de las políticas neoliberales, también es un objetivo fuerte de la SIP. Contra ello, en FATPREN se propuso un grado de militancia activo frente al aislamiento que provocan los grandes medios.
Quizá el recuerdo más fuerte que me queda de esta jornada es el video realizado por los estudiantes de la Universidad Nacional de Lanús, titulado “Los hijos de la antinomia”. De él se extrajo un fragmento dedicado especialmente a la antinomia en el mundo del periodismo. Una poderosa voz en off encarnando las palabras de Paco Urondo y de Rodolfo Walsh invadió la sala con una mística abrazadora que se contraponía al desparpajo del ejercicio de periodistas que convirtieron la profesión en un apéndice del establishment y con su complicidad se incribieron en los anales del más oscuro silencio en perjucio de la vida y de los sueños.


Nos queda de esa antinomia la reafirmación de nuestras más profundas convicciones, aquellas que se sienten y palpitan colectivamente, porque habitan en otros y porque otros nos habitan con el calor de sus sueños. Si algo nos ha dejado ser hijos de la antonimia es una creencia que nos lleva a traspasar nuestros propios límites y toma cuerpo en esta afirmación:
"Elegímos ser los hijos de Rodolfo Walsh"

lunes, 9 de noviembre de 2009

No crean que me he ido




El fluír indescifrable de la vida me aleja de este momento en que las vivencias se tornan visibles en letras que despliego con pasión y sed de contar mi historia.
Pero no vayan a creer que las palabras han cesado. Escribo cada día una página atravezada por sentimientos insondables, me envuelve la mística de un deseo que llega desde fuera, que robo, que usurpo, que hago mío por el sólo hecho de enamorarme de sus latidos infinitos.
Estoy surcada por historias de otros, por sueños de otros, que siento cercanos. Estoy embebida de la mirada de los que ya no están, de los que algún día fueron el motor de revoluciones primaverales. Los siento mis hermanos en los principios, en los ideales. Llegan desde lejos, desde tiempos inmemoriales. Otros están a un par de décadas y hoy sus huellas remontan un pasado incomprendido e incompletamente considerado para ponerlo a la luz del presente y ver así cuanto de ayer tiene este momento.
Por eso no crean que estoy ausente, sigo en marcha más que nunca, afirmo y resignifico el camino. Me encuentro con lo mío más vulnerable, con lo asombroso de lo ajeno, con lo repugnante del que segrega a la vida de las utopías que son parte indisoluble de ella, mutiladores del miedo, negadores de existencias.
Este proceso me ha dado la posibilidad de volverme hacia mis límites y querer dinamitarlos, de tornar los ojos hacia el presente... y abrazarlo. Estoy a prueba conmigo, acepto las reglas del juego.


Y en este amanecer de trocitos de vida incandescentes, me vuelvo el eco de voces lejanas.
Hoy quiero recordarlas porque sí, porque me place abismarme en sus encantadoras ráfagas de sentido.

HOY: PACO URONDO

Del otro lado



Cuando estuvimos desesperados, alguien
contó la historia.

No se la puede escuchar serenamente, tiemblan
las manos, el corazón se encoge de dolor;
da un poco de miedo mirar a la gente, detenerse.

Ocurre lo de siempre.

Estábamos perdidos y la historia era confusa. Nada
tenía que ver con la certeza, ni
con el muslo de la bataclana. No
intervinieron traiciones; no es
una vulgar historia de fervores o de mantenidas.

Tu mano es necesaria para sobrellevarla. También
aquella vez (siempre aquella vez) apagaron
las luces y fue necesaria la presencia de tu mano.

Nos apretamos las manos en la sala impenetrable, temblamos
ante la cólera que aún no se había manifestado, que nunca
llegaría a marcarnos como sospechábamos, sino
de otra manera. Nuestras manos
procuraban ordenar el temblor, dominar el doloroso pánico;
y todo porque Humphrey Bogart había resucitado.

Estábamos perdidos en aquel
cine y él no era como el redentor; su cruz
no era un mandato, era
la inteligencia del hombre, era la resurrección
de la ciencia y de nuestros queridos finados.

Hace mucho que nos pasó esto; la mano
fría del cadáver impenitente
rozaba los sueños,
acariciaba nuestros tiernos rostros despavoridos.

Desde aquella vez no sabemos qué hacer con las historias,
con los muertos que no aceptan su desdichada condición, no
sabemos qué hacer con el miedo; no sabemos
encontrar nuestras manos, nuestra
tristeza. El mundo inconsistente.

Hubo muchas anécdotas como ésta ¿Quién
no tiene cosas horribles que contar? ¿Quién no tiene
su historia? Pero nadie supo qué decir, nadie supo
qué hacer, cuando alguien contó la historia.

Seguramente al escucharla buscarás una mano; será
como antes, pero enseguida
intentará olvidar que estuvimos tristes o asustados.

Tampoco sabrás qué decir cuando se haga tarde; lo de siempre:
tendrás ganas de llorar, y nada más.

Nadie esperaba una historia como ésta, tan lamentable ¿Por qué
no llorar entonces? ¿Por qué no perderse en la
espesura de la sala?

Se derramará sobre tu memoria,
como el alcohol que se vuelca entre los nervios y la madrugada;
la historia sobrevolará tu linda cabecita,
será un cuervo que sacudirá tus entrañas corrompidas,
que despeinará cariñosamente tu pelo




La verdad es la única realidad



Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o
de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso
cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha
hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,
a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.

Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973