Como no me rijo por el tiempo vertiginoso de la desinformación (modalidad con que los medios nos presentan las noticias que quedan el pasado segundos después), luego de un par de semanas del acontecimiento, acá va un artículo que escribí para el blog de Juventud Carta Abierta (http://juventudca.blogspot.com/) sobre nuestra participación en el Primer Encuentro Internacional de Medios y Democracia en América Latina:
El pasado 9 de noviembre se cumplió un mes del nacimiento de una ley que tuvo décadas de gestación. Fue concebida con la esperanza de los que sueñan con que el poder de la palabra inaugure la libertad que los silenciados jamás conocieron y reivindique las luchas que nunca fueron tenidas en cuenta o tomadas por legítimas. Porque el parámetro de legitimidad siempre corrió por cuenta de los grandes medios de comunicación que hacen uso y abuso del enorme poder de la palabra, instaurando valores que pretenden universalizables y absolutos.
El pasado 9 de noviembre se cumplió un mes del nacimiento de una ley que tuvo décadas de gestación. Fue concebida con la esperanza de los que sueñan con que el poder de la palabra inaugure la libertad que los silenciados jamás conocieron y reivindique las luchas que nunca fueron tenidas en cuenta o tomadas por legítimas. Porque el parámetro de legitimidad siempre corrió por cuenta de los grandes medios de comunicación que hacen uso y abuso del enorme poder de la palabra, instaurando valores que pretenden universalizables y absolutos.
Es incalculable, cualitativamente hablando, la riqueza de las nuevas perspectivas que ha abierto el debate por una nueva ley de medios en nuestro país. Instaló un escenario imposible hace tan sólo unos meses atrás y puso de manifiesto la violencia que se ejerció desde siempre y que, estos últimos meses, adquirió un espesor descomunal.
Este mes de vida fue paradojal: nuestro anhelo de una comunicación con diversas voces es ley, pero aún no ha desplegado todo su potencial y debe dar a luz a innumerables batallas. A su vez, este mes fue recibido de una manera particular por diferentes sectores de la sociedad. Por un lado, hay quienes no se resignan a soportar la idea de tener que ceder su poder y luego de incontables intentos por impedir que la ley salga, se organizan para que se de marcha atrás con una decisión soberana y democrática que, con amplia mayoría, decoró el cielo de aquella madrugada de octubre con los cantos, el baile y la risa de un pueblo que no claudica en sus luchas.
Por otro lado, están los incansables; los que, subterráneamente, trabajaron para darle alas a un proyecto que hoy, entre nosotros, promete hacer realidad el deseo de la comunicación comunitaria y popular para que las heterogéneas viviencias existentes se filtren en la circulación de los discursos cotidianos.
Asi fue que este 9 de noviembre, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) acordó su reunión en el Hotel Hilton de Buenos Aires para desenfundar su estrategia política de desprestigio y difamación no sólo de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, sino también_ya que no se dedicaron a debatir en profundidad ni un punto de la ley_ a insertar el gérmen del miedo acerca de lo que consideran la “avanzada de gobiernos totalitarios en la región que atentan contra la libertad de expresión”. Sería bueno recordar que la SIP representa la asociación de poderosos dueños de medios de comunicación, con intereses que se extienden más allá del sector comunicacional. Esta cámara patronal de empresarios festejó su reunión nº 64. La SIP se constituyó, desde mediados del siglo pasado, en un espacio que nucleaba a periodistas de diferentes tendencias políticas; pero, progresivamente, fue restringiendo la participación a periodistas con identidades de izquierda. Su vinculación con gobiernos golpistas, y su silencio manifiesto en los peores momentos de masacre en la región, configuran la gran paradoja de una organización que se cree valuarte de la libertad de expresión.
A este pomposo evento no fueron invitados aquellos periodistas o legisladores que defendieron la ley de medios. Más bien, el Hilton cobijó la voz monocorde de quienes hablan de "flagrante delito" e "inconstitucional "carácter de la naciente ley. No es curioso que la oposición que desgarra sus vestiduras por el “consenso” haya formado parte de la reunión que nuclea a quienes están tan lejos de la comunicación_ entendida como un derecho humano_ como ellos están de los valores democráticos y del pueblo.
Es por esto que la otra cara de este 9 de noviembre la constituye el Primer Encuentro Internacional de Medios y Democracia, llevado a cabo por múltiples organizaciones de periodistas que han luchado y militado por la ley, junto a periodistas y analistas nacionales e internacionales que respaldan la iniciativa. El encuentro tuvo lugar en la sede de FATPREN (Federación Argentina de Trabajadores de Prensa) y contó con destacados panelistas; entre ellos, Silvia Vázquez (Diputada Nacional), Néstor Busso (FARCO), Sandra Russo (Periodista), Luis Lázzaro (Coordinador Gral. COMFER), Ana Jaramillo (Rectora Universidad Nacional de Lanús), Edgardo Esteban (Corresponsal Telesur), Eduardo Márquez (FELCOPER Colombia).
Yo no sé cuál sería el clima respirable en el Hilton, pero en FATPREN la convicción de lucha empapaba todos los rincones. Sabíamos, desde un primer momento, que la sanción de la ley era EL PASO, pero que detrás de él nos encontraríamos con la necesidad de una militancia continua y persistente para poder concretar punto por punto lo que esta ley viene a inaugurar en materia de democratización de la información y visibilización de las diversas realidades que viven nuestros hermanos en cada rincón de la Argentina y del mundo. La calidez de sus asistentes me confirma que detrás de todo sueño hay una lucha y de que existen valores e ideologías que representan lo mejor, no sólo del ser argentino, sino del ser humano y que reverdece con renovada esperanza más allá de la constatación de que los gigantes de los multimedios harán sonar sus clarines con toda la furia para alistar a sus tropas de obsecuentes con el capital y la rentabilidad que han disfrazado de “información” y que les permitíó escalar hacia la posición social que hoy detentan.
Cuántas palabras banas y distorcionantes de las realidades de los pueblos se dicen en nombre de la libertad de prensa. Cuántos micrófonos y cámaras atestados de tendenciosas imágenes y altisonantes relatos. Cuánta desidia encubierta y cuánto héroe cotidiano se transfigura en fantasma anónimo para la indiferencia mediática acostumbrada a ametrallarnos la dignidad con los peores recortes y construcciones de “realidad”.
La diputada Vázquez lo dijo con claridad: “las balas comienzan con palabras”. No se equivocaba cuando remarcaba que el objetivo de la SIP era legitimar a los legisladores que se opusieron a la ley de medios para que puedan accionar en el descabellado plan de desarticular esta victoria. Todos alertaron sobre la situación de inseguridad informativa que vive la región, haciéndose eco del concepto esbozado por Sandra Russo. La periodista alertó sobre este extendido e incuestionable modo de censura que se ejerce desde los medios y se perpetra en contra de los pueblos. El mismo consiste en que el hecho de que los medios seleccionen y configuren la noticia que les conviene ejerce la censura por medio de la invisibilización de otras realidades. La sutil y permanente erosión de los líderes latinoamericanos, que han propuesto un giro respecto de las políticas neoliberales, también es un objetivo fuerte de la SIP. Contra ello, en FATPREN se propuso un grado de militancia activo frente al aislamiento que provocan los grandes medios.
Quizá el recuerdo más fuerte que me queda de esta jornada es el video realizado por los estudiantes de la Universidad Nacional de Lanús, titulado “Los hijos de la antinomia”. De él se extrajo un fragmento dedicado especialmente a la antinomia en el mundo del periodismo. Una poderosa voz en off encarnando las palabras de Paco Urondo y de Rodolfo Walsh invadió la sala con una mística abrazadora que se contraponía al desparpajo del ejercicio de periodistas que convirtieron la profesión en un apéndice del establishment y con su complicidad se incribieron en los anales del más oscuro silencio en perjucio de la vida y de los sueños.
Nos queda de esa antinomia la reafirmación de nuestras más profundas convicciones, aquellas que se sienten y palpitan colectivamente, porque habitan en otros y porque otros nos habitan con el calor de sus sueños. Si algo nos ha dejado ser hijos de la antonimia es una creencia que nos lleva a traspasar nuestros propios límites y toma cuerpo en esta afirmación:
"Elegímos ser los hijos de Rodolfo Walsh"
"Elegímos ser los hijos de Rodolfo Walsh"