Quizá esto justifique mi ausencia, o tal vez nada logre hacerlo. Las letras se mantuvieron en suspenso en la pantalla digital o el papel, pero siguieron su curso dialéctico en mi cabeza. El proceso interior de todo aquello, hoy implora volver a volcarse para tomar forma externa y gritar sus relatos a un lector imaginario (o, por lo menos, gritármelo a mí misma en la lectura silenciosa de mis palabras).
Estoy feliz de volver, con mis mejores y peores historias (usado con otros tiempos verbales y construcción sintáctica, la frase anterior me sonó a Benedetti). Y volví con toda la magia cargada en la pluma y en las teclitas de la computadora, sorprendida y agradecida por los mensajes que no pensé encontrar en mis olvidadas publicaciones (GRACIAS!!!!). Celebro este reencuentro con este espacio fundacional en mi práctica de comunicadora (los antecedentes fueron diferentes fotologs, en donde se filtraban mis relatos sociales, pero la tendencia general era la locura bohemia y la verborragia romanticona).
Me llena de gozo volver a sentirme escribiendo.
Y como la semana que nos abandona tuvo mucho de emotiva e histórica (fue mi primera Plaza de Mayo, cobijada por el calor de una movilización multitudinaria, en recuerdo y repudio del último golpe militar) quiero compartir un reciente texto que publiqué en otro espacio y es una especie de canto que despierta sentimientos, que plantea convicciones en la contingencia de esta vida.
Porque el pedido de Memoria, Verdad y Justicia, logró aglutinar a una inmensa serpentina humana que regó de cantos y consignas las calles céntricas, hoy tengo esperanza en una reconversión de la sociedad, en una depuración de los viejos fantasmas, en la visibilización de las marcas que dejó la dictadura y una reparación de los lazos sociales que ésta logró quebrar.
Estoy feliz de volver, con mis mejores y peores historias (usado con otros tiempos verbales y construcción sintáctica, la frase anterior me sonó a Benedetti). Y volví con toda la magia cargada en la pluma y en las teclitas de la computadora, sorprendida y agradecida por los mensajes que no pensé encontrar en mis olvidadas publicaciones (GRACIAS!!!!). Celebro este reencuentro con este espacio fundacional en mi práctica de comunicadora (los antecedentes fueron diferentes fotologs, en donde se filtraban mis relatos sociales, pero la tendencia general era la locura bohemia y la verborragia romanticona).
Me llena de gozo volver a sentirme escribiendo.
Y como la semana que nos abandona tuvo mucho de emotiva e histórica (fue mi primera Plaza de Mayo, cobijada por el calor de una movilización multitudinaria, en recuerdo y repudio del último golpe militar) quiero compartir un reciente texto que publiqué en otro espacio y es una especie de canto que despierta sentimientos, que plantea convicciones en la contingencia de esta vida.
Porque el pedido de Memoria, Verdad y Justicia, logró aglutinar a una inmensa serpentina humana que regó de cantos y consignas las calles céntricas, hoy tengo esperanza en una reconversión de la sociedad, en una depuración de los viejos fantasmas, en la visibilización de las marcas que dejó la dictadura y una reparación de los lazos sociales que ésta logró quebrar.
De las pocas certezas que poseemos en este mundo, es imposible negar que vivimos de relatos. Nuestra fe se funda en la creencia de lo increíble o en la visión de lo que acontece. La vida es un soplo infinito de luces, de sombras, de espanto, de renaceres. Se vive con gotitas de placeres y se muere sin retazos de Memoria. Me contaron que había una historia, llena de decoro, plata y bronce. Una historia oficial teñida de goce y de un heroísmo merecedor de orgullo argentino. Pero otros pájaros que emigran lo desmintieron y la historia oficial resultó ser tan sólo una historia. Más allá de ella o a sus costados, los relatos de otras vidas y otras miradas templaron las hojas de libros polvorientos y la voz de quien recitaba los cantos revolucionarios. Nadie me puede engañar. Nadie nos puede privar de ese mundo de millones de estrellitas latiendo en el cielo americano, diferentes sus colores y su forma de alumbrar; dejando de lado la "verdad única", unidireccional. Sabiendo todo eso, contemplo los excesos, las glorias y los muertos; el cielo atormentado por los jóvenes que soñaron y cuyos cuerpos fueron arrojados en un avergonzado mar. Conciente de lo que fue, y atormentada de sentido, los siento hermanos míos, los abrazo en la eternidad. ¿Qué destino escurridizo me lleva a poder sentir, como si fuera propio, el padecer de aquel sufrir? ¿Qué predisposición oculta me lleva a entonar sus cantos con deseos de vivir? Yo, que no compartí su espanto, pero sí las consecuencias de aquél régimen feroz que sembró en nuestra Argentina la indiferencia y marginación. Y los pájaros que emigran me contaron que, más allá de las fronteras tan bien trazadas, hay sueños de libertad; otros pueblos y sus historias, mil relatos al andar, un sentir latinoamericano que no puedo ya ocultar. Será que la vida de uno puede encerrar la de muchos más y que el motor de la humanidad es la lucha por la libertad.
NUNCA MÁS...