domingo, 31 de octubre de 2010

Él vino a ofrecer su corazón


Escribo con la pluma militante y desde las convicciones. Y si es posible que así lo haga es gracias a este hombre que el miércoles nos dejó a muchos con un abrazo pendiente. Escribo para plasmar de alguna manera este torrente de emociones encontradas que se agolpan en el corazón. La muerte de Néstor Kirchner es un acontecimiento difícil de comprender y aún de tolerar, que conmovió al escenario nacional y latinoamericano.
Para los que nos sentimos partícipes de este momento que atraviesa la Argentina, y que podemos delimitar con la llegada de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, la pérdida de Néstor es un vacío que nos interpela para encontrar las herramientas, los modos y las fortalezas para continuar en la construcción de un camino que nuestro país viene transitando y que necesita la profundización de sus cambios.
En un día preparado para el censo nacional, la mañana se tiñó de la desazón de una noticia que, como un cimbronazo, desacomodó nuestra realidad. Uno teme siempre, en un escenario de disputa política (que en muchos momentos se vuelve salvaje, pues tenemos ejemplos de intentos de desestabilización institucional claros) que el dirigente político que conduce el proceso sea víctima de algún atentado, accidente o enfermedad que deje huérfanos de representatividad a los representados. Esto no sucede como ejercicio de la paranoia, pero sí en nuestros peores sueños. La pesadilla se volvió cierta.
No puedo proseguir el relato sin apelar a las historias que me atraviesan y que comparto con tantos miles de jóvenes que hoy son una realidad concreta y un actor político insoslayable en este país.
Yo soy hija de la desmovilización, de la concepción de la política entendida como corrupción, del quiebre de los lazos de solidaridad en una sociedad devastada que miraba a sus costados sólo para lamentarse de la pobreza y la desidia, sin capacidad de actuar. Soy hija de la época en que los hombres de traje del FMI se paseaban por mi país poniéndole la soga al cuello; del “Dios Mercado”, de las privatizaciones, del todo por dos pesos, de la pizza con champagne. Pasé la mayor parte de mi niñez y adolescencia en los 90 cuando las madres del dolor seguían masticando la impunidad del punto final y la obediencia de vida, los viejos eran material descartable, los jóvenes sólo tenidos en cuenta por el sistema como consumidores de identidades ajenas y cuya educación iba en picada. Yo nací en una época donde la argentinidad se resumía en el tango, el folklore, las cataratas del Iguazú o el dulce de leche, donde la mirada estaba puesta en la “culta Europa” y en “el primer mundo yanqui”, negándonos a nosotros mismos nuestra identidad de pueblos originarios, de mestizaje hispanoamericano, de piel morena, de caudillos y montoneras; del proyecto de la Patria Grande de San Martín, Bolívar, Artigas, Moreno. Prefirieron no hacernos conscientes de nuestra historia de dominación, de genocidio, exclusión y papel de periferia en la economía mundial. Latinoamérica era sólo un mapa con sus divisiones geográficas. La Historia Oficial impregnó los libros de los cuáles se pretendía que aprendiéramos el relato tergiversado tanto en la heurística como en la hermenéutica, escrito por la pluma de los representantes de la clase dominante. Yo me acostumbré a crecer viendo a los Presidentes de mi Nación en sets de televisión (la TV de la banalidad y la mercantilización de la vida) porque los políticos se subordinaron a las corporaciones y dentro de ellas las mediáticas fueron las que más se fortalecieron transformando a la política en un revólver apoyado en las sienes del pueblo. Toda esa parafernalia se creó para negarnos como ciudadanos con derechos plenos y reducirnos a las fichas de ajedrez de las grandes corporaciones, con su relato uniforme, su pretensión de objetividad, su discurso de “modernización” y “progreso”. Nos negaron, nos redujeron, nos simplificaron, nos amputaron, nos quitaron nuestra diversidad con la imposición de su lenguaje.
Sé que corro el riesgo de cansar al lector, pero soy hija de los despidos masivos, de las fábricas cerradas, del exilio de los miles que ya no creían en nada, de la protesta social reprimida, de los elevados índices de indigencia, del trueque como forma de subsistencia, de las decenas de muertos en la represión del 2001 con un radical huyendo en helicóptero, de los saqueos de Duhalde y de Kosteki y Santillán, muertos por luchar.
Todo esto no es más que el conjunto de marcas de una Argentina dominada por el neoliberalismo y lo que este sistema económico, social, político y cultural implicó para desembocar en el estallido de comienzos del nuevo milenio. Yo tenía tan sólo 15 años y recuerdo que los sentimientos que me invadían eran de profunda desazón y miedo. El dinero se fugaba, la marginalidad crecía, la dignidad se nos resquebrajaba, la depresión aumentaba y desde sus madrigueras el poder celebraba aquella guerra de pobres contra pobres.
Algo comenzó a cambiar a partir de 2003 cuando ese desconocido del Sur vino a calentar la política. Con el 22 por ciento de los votos tuvo que hacer sus primeros malabares en un país con altísima deuda externa y deuda social. Recibió el mando de un traidor al peronismo, pero supo desmarcarse a tiempo. Eso es lo que Eduardo Duhalde no toleró jamás, que ese pingüino insolente comenzara a definir un rumbo con claro oscuros, cuando antes sólo había oscuridades. Que comenzara a poner en la escena pública una serie de cuestiones que fueron banderas históricas y, sobre todo, la voluntad de ir reconstruyendo este país sin las recetas y los designios de las grandes corporaciones y el poder económico.
Se fue el hombre que le dijo “NO” al ALCA, que fue uno de los pilares para la construcción de una nueva mirada sobre nuestra identidad latinoamericana y el inicio de la unidad de la región, el que se puso al hombro la lucha por los derechos humanos que seguían vulnerados en el presente por las políticas genocidas del pasado, el que recuperó el empleo y nos quitó el yugo del FMI renegociando y saldando deuda externa, el que recuperó, acrecentó y estabilizó las cuentas públicas, el que plantó bandera en su batalla contra los monopolios mediáticos. Un día se le acabo la paciencia al presidente que, como todos los gobiernos que lo precedieron, tuvo que pactar con las empresas de medios para que el espectro del poder económico se siguiera favoreciendo y, como contrapartida, obtener buenos tratamientos mediáticos. En ese juego despiadado, luego de políticas económicas que propendieron a la estabilidad macroeconómica del país, la profundización del proyecto necesitó inexorablemente tocar intereses que reacomodaran la distribución económica y de poder en la Argentina. ¿Quién como Néstor para irritar al poder mediático con su “¿Qué te pasha, Clarín, estás nerviosho?” o para suscitar las pérfidas notas de Morales Solá, Mariano Grondona, Pagni, Kirschbaum, Van der Kooy o Escribano? ¿Quién como él para que esos intelectuales y periodistas que habíamos leído o estudiado en la facultad y que se jactaban de progresistas como Beatriz Sarlo, Silvina Walger, Jorge Lanata, Magdalena Ruíz Guiñazú, Ernesto Tenembaum, Martín Caparrós nos parecieran unos cínicos o unos estúpidos? ¿Quién como Néstor para recibir los dardos de una progresía pinosolanista que rayana con el juicio deshonesto (y a esta altura traidor) y de una izquierda abstracta que juega a desconocer y descalificar el mandato popular y confunde los enemigos?
Ese proceso político iniciado en 2003 fue depositando semillas en el cuerpo social, cuyos progresivos frutos le fueron cambiando la cara y el alma a la Argentina. Pero en 2003, 2004, 2005 y hasta 2007 yo no podría haber escrito lo que hoy este sentimiento profundo, esta convicción ferviente me llevan a escribir. La dialéctica de este proceso hizo que la juventud desencantada vaya encontrando de a poco su manera de confrontar los discursos heredados de la vieja política y los de esta nueva etapa. Ese recorrido no fue patrimonio exclusivo de la juventud, miles de hombres y mujeres comenzaron a reconocerse y sentirse representados en una nueva forma de hacer política que, sin duda, se mezclaba con las viejas, con aquellas que todavía luchamos por superar, pero esta cuestión no debilita ni opaca las victorias que se fueron conquistando. Muchas de estas personas, que vivieron el peronismo de Evita y Perón, que soportaron la proscripción, la represión, la persecución y los duros momentos del neoliberalismo volvían a sentirse esperanzados con un gobierno.
Mi primer voto presidencial fue para Cristina Kirchner, un voto con convicción pero a puertas cerradas. Por aquel tiempo, ya la batalla con los grandes medios de comunicación había sido declarada y un clima de desprecio hacia el gobierno se instaló impulsado por la balacera de discursos ruines agitados desde los medios de comunicación que no estaban dispuestos a perder un gramo de su poder. Y aquí me detengo para hacer una aclaración: no era que el gobierno le había declarado la guerra a ninguna prensa independiente, sino que, por primera vez en la historia, un gobierno asumía la tarea de democratizar el espectro de la comunicación monopolizado por las empresas de multimedios que siempre jugaron en contra del pueblo, anteponiendo sus intereses al derecho a la información.
Todavía costaba muchísimo salir a bancar públicamente a este gobierno, por vergüenza, por la instalación de un clima supuestamente mayoritario y opositor, por falta de experiencia, por dudas. Para muchos un punto de quiebre fue el conflicto con las patronales agropecuarias en 2008. Nacimos nuevamente, pero como militantes del proyecto nacional y popular gracias a esa confrontación de intereses y la puesta en superficie de claras intenciones destituyentes por parte de los medios concentrados, un espectro del gran sector empresarial y un sector del arco opositor. Los movimientos populares, las organizaciones sociales, de derechos humanos, los trabajadores, los pensadores y hombres y mujeres de la cultura nacional y popular comenzaron a convocarse contra el gesto destituyente. También un grupo de intelectuales, con Nicolás Casullo a la cabeza, fundaron Carta Abierta, para echar un poco de luz en medio de tanta saña.
Otro punto de quiebre lo constituyeron las elecciones legislativas de 2009, cuando el sector que se creyó triunfante proclamó “la muerte y el fin del kichnerismo”. Por el contrario, el gobierno salió a jugar sus cartas más fuertes, se complejizó y dinamizó con la sanción de una Ley de Medios a la que abrazamos como utopía posible, como bandera sagrada y la Asignación Universal por Hijo que logró recuperar a una porción importante de nuestros pibes garantizando su educación y salud. La movilidad jubilatoria, previa recuperación de los fondos de los trabajadores de las manos de las privadas AFJP, permitió dos aumentos por año a nuestros mayores. En el campo mediático, un “programita marginal” en la televisión pública comenzó a ser el espacio de una persistente militancia: el surgimiento de 678 nos quitó el espantoso sentimiento de sentirnos solos en nuestro pensamiento y a la deriva. 678 simplemente nos mostró, nos visibilizó, dio cuenta de nuestra existencia. Las masivas marchas autoconvocadas, por los derechos humanos, por los pueblos originarios, por el matrimonio igualitario, por la defensa de la democracia y de una manera de consolidarla sólo fueron posibles en el marco de esta nueva etapa.
¿Cómo va a extrañarme entonces el injusto dolor que nos abraza? ¿Cómo puede sorprenderme el cariño de los miles y miles que desfilamos durante tres días y muchísimas horas para despedir a Néstor, para agradecerle, para darle fuerzas a Cristina y transmitirle la convicción de la lucha del pueblo por la defensa irrestricta de este proyecto nacional y popular?
Los que ahora se dan cuenta de que Néstor era un buen tipo, fue un buen Presidente y ocupaba un lugar estratégico como diputado nacional, presidente del Partido Justicialista y Secretario General de la Unión de Naciones Suramericanas se perdieron una parte imprescindible de nuestra historia reciente y de la pasión militante que la impulsó. Bienvenidos sean los reconocimientos, pues la historia tiene ejemplos vastos de fatalidades e injusticias. Pero necesitamos que ese reconocimiento se transforme en acción política o, como dijo José Pablo Feinmann, que las lágrimas de esas personas no se sequen demasiado rápido.
También hay el repugnante cinismo de parte de la dirigencia opositora y del espectro mediático que intentaron horadar y desgastar cuanto pudieron a Néstor Kirchner, comparándolo con la derecha más rancia del menemismo o atribuyéndole tintes de fascismo y hoy “descubren” en él a un estadista, a un militante, a un político de tiempo completo, a un hombre con convicciones e ideales, a un apasionado de la política. De esos traidores jamás nos olvidaremos y no porque seamos “violentos,” como el despreciable Morales Solá escribe desde su púlpito, sino porque apostamos a una sociedad con justicia social, con memoria, con verdad y honestidad. Por eso es que luchamos para desenmascarar los planteos llenos de mentiras, de vicios ideológicos tanto a la derecha como a la izquierda. ¿O acaso no es violencia la mentira, la tergiversación de los actos de gobierno? ¿No fue violencia el lock out patronal del sector más conservador? ¿No es violencia que los grandes medios nos hayan ignorado todo este tiempo y que hoy no tengan más opción que titular en sus últimas tiradas y en sus noticieros que una multitud despide a Kirchner con dolor? ¿No fue y sigue siendo violencia la complicidad y los negociados de esos mismos medios con la dictadura genocida, y su participación en la apropiación de niños de desaparecidos? ¿No se considera violencia que el vicepresidente votado junto con Cristina por todos los que queríamos continuar su proyecto sea el traidor de sus electores y su plataforma y que no considere renunciar, entorpeciendo a cada paso la ejecución de las políticas del ejecutivo del que forma parte?¿No es violencia el reduccionismo a que someten a quienes nos convocamos en las plazas, en las calles, considerándonos vendibles por una choripán, un plan social y atendiendo a esos acontecimientos tan sólo para ponernos el rótulo de “caos de tránsito”?
A partir de que se supo la noticia la Plaza de Mayo comenzó a llenarse. Los y las censistas que militaban o sentían alguna simpatía se enteraron en las peores condiciones; en muchos casos en hogares donde la noticia era celebrada. Algunos barrios paquetes fueron testigo de la algarabía de sus vecinos que con bocinazos y banderas festejaron la muerte física corroídos por su odio de clase o su imbecilidad congénita o adquirida.
Mis viejos y yo lloramos como si se nos hubiera muerto un padre, un amigo, un hermano. Nos invadió el miedo por Cristina, por nosotros. Lloramos porque era injusto, porque él era necesario, porque no podía ser. Y no se trata del paternalismo del líder que vuelve ineptos e imbéciles a sus hijos, ésta era una relación de liderazgo donde los representados y los seguidores supimos luchar para conquistar nuestros propios derechos apoyando cuando tuvimos que estar, con las herramientas que Kirchner nos ayudó a conquistar. En este sentido, la repudiable Carrió ya no podrá disparatar con sus delirios fascistas: a Néstor nadie lo colgó en la plaza pública (aunque Carrió mucho lo hubiera deseado) su pueblo lo lloró desconsolado, lo homenajeó, le cantó, le agradeció y estuvo junto a él hasta su morada física definitiva, porque su otra morada está en nuestros corazones y vivirá en nosotros en cada lucha por profundizar los cambios que él inició.
Lloramos por incertidumbre, por el escenario electoral que se avecina y en el que todos los que bancamos el proyecto habíamos puesto las fichas en el pingüino, el que jamás se alejó de la política siendo ex presidente y nos enorgulleció con su papel en la UNASUR, elegido como secretario por unanimidad de sus miembros. El pingüino se despidió de la juventud sin pronunciar una palabra, pero haciéndose presente en el acto del Luna Park a días de su intervención quirúrgica. Allí estuvimos, porque él hizo que las calles ya no fueran una emboscada para los militantes, para las personas agrupadas o sueltas que quieren manifestar apoyo o repudio. Néstor Kirchner volvió a colocar a la política en la escena pública, en las calles, en el lugar de donde nunca debió salir; revalorizando así la participación del pueblo. Néstor volvió a colocar la política, con pasión, en nuestros corazones; entendimos que nadie es ajeno a lo que sucede en ese plano, que todos estamos atravesados por la política y es hora de que sepamos asumir la responsabilidad que nos cabe.
Lloramos porque a Cristina se le fue su compañero, porque era una dupla magnífica, pero en ningún momento dudamos de la capacidad de esta mujer que comenzó la profundización y la distribución de la riqueza que Néstor no llegó a concretar. Porque esta yegua (como la bautizaron los odiosos, pero que nosotros supimos dar vuelta el significado) esta leona, esta mujer coraje es un cuadro militante y político importantísimo que ha dado batallas desde el Senado y ahora desde la presidencia. Y las seguirá dando junto a nosotros.
Al llegar a la plaza la sola multitud abrazó nuestra angustia, la matizó de alegría y emoción por la masiva y diversa composición de la participación. Se confundía el llanto con los cantos y aplausos, el flamear de las banderas argentinas y de agrupaciones con las banderas pintadas con agradecimientos y los carteles en alto. Las vallas se llenaron de flores, de papelitos con mensajes de apoyo, cartas, fotos, rosarios y cintas. Un grupo de mujeres sostenían velas dentro de vasitos de plástico con la mirada empañada y suspendida en el silencio. Una pequeña escalinata fue llenada con las cálidas lucecitas de las velas blancas dispuestas en fila y una cartulina que decía “simplemente gracias Néstor Kirchner, tus militantes”. Tanto el miércoles como el jueves, los dos días en que presencié y palpité los acontecimientos, vi casquitos de trabajadores entre las cabecitas que zigzagueaban atravesando la multitud, padres con bebes y niños, una desbordante juventud y gente mayor, muy mayor, desafiando el cansancio, la tristeza y las largas horas de espera. Gente de Buenos Aires y los que se tomaron el micro para venir desde sus provincias. Gente de clase popular y de sectores medios, los rubios y los morochos, los agrupados y los sueltos, las familias enteras o los que pudieron. Los taxistas nac&pop que no escuchan radio 10, los estudiantes, las amas de casa, los jubilados, hombres de la cultura, actores y actrices, periodistas, músicos, comediantes.
Una enorme figura de Evita descamisada se balanceaba con el viento y tenía una cinta negra en su pecho. En la pirámide de Mayo se desplegaba la figura del Eternauta de Oesterheld con la cara de Néstor: el “Nestornauta” como lo bautizó la juventud que esperó ansiosa el acto del Luna.
Fueron horas, muchas horas de espera para llegar al interior del Salón de los Patriotas Latinoamericanos donde fue velado Néstor. Cuadras y cuadras de presencia popular, sensación de infinidad. La presencia de los mandatarios de la región fue, nuevamente, un acto de confirmación de esta nueva etapa en América Latina. No se trató de una formalidad protocolar sino de un genuino y sentido dolor, afecto y necesidad de acompañar; así como Néstor y Cristina acompañaron y se pusieron al frente en cada conflicto suscitado en la región, diciéndole a los gorilas y a los imperialistas “NUNCA MÁS” golpes de Estado. Elevando el valor democrático por encima de todo. Evo Morales dijo que Latinoamérica había quedado huérfana, muchos coincidieron en que venían a despedir a un gran patriota y a un amigo.
Los cantos y la contención que nos brindamos entre todos nos permitieron atravesar esas horas de larga espera, tan sólo por estar un par de segundos dentro del salón brindando apoyo y reconfirmando este camino. Entendimos que el dolor colectivo nos ayuda a convertir la tristeza en militancia, nos reconforta reconocernos en la masa diversa y heterogénea atravesada por un mismo sentimiento de pesar, pero también de ganas de no abandonar la lucha. Que no se confundan, nadie fue allí a dar un paseo o a conocer la Rosada como se dijo. Nuestra unión en estos tres días de despedida nos habló de solidaridad, fortaleza, paciencia, compañerismo y militancia.
Así como fui hija de los 90 y de la desmovilización puedo decir, como muchos, que volví a nacer como una persona con nuevas visiones, perspectivas, compromiso y convicciones. Ese renacer se inscribe en el proceso que se inicia en 2003, en la certeza de saber que se puede y de que para ello debemos estar más juntos y unidos que nunca. Por la liberación de la patria, por la justicia social, por nuestra Latinoamérica unida.
No me caben dudas de que viniste a ofrecer tu vida y tu corazón…
Gracias por todo pingüino!!!
Néstor Vive!!! Con Cristina y el pueblo a la Victoria!!!

viernes, 1 de octubre de 2010

No Pasarán...

La Revolución Ciudadana de Ecuador sigue en pie.

Esta no pretende ser una crónica de los hechos acaecidos en el día de ayer, 30 de septiembre. Encontrarán informaciones mucho mas nutridas y especializadas que puedan dar cuenta de los sucesos. Tan sólo deseo expresar mi apreciación personal y el profundo encadenamiento de preguntas, miedos, exaltaciones, incertidumbre e impotencia que generó en muchos conocidos y en mi la sublevación de parte de la policia ecuatoriana, el avasallamiento de la soberanía popular y la idea de que la democracia en Ecuador podía correr la misma suerte que en la hermana Honduras.
Comenzamos el día con la noticia de un nuevo ataque a la soberanía en Ecuador que nos puso, de asalto, en alerta. Porque entiendo que no se trata ya de unidades nacionales separadas sino de una realidad latinoamericana que hunde sus raíces en una historia común. El ataque a cualquier país de latinoamérica es avisorado como el ataque a la región y el intento de volver atrás en las luchas obtenidas por países cuyos dirigentes comienzan a cambiar, a debatir y a replantear ejes fundamentales en los que descansaban las viejas políticas de la subordinación y genuflexión.
Un intento de golpe de estado encubierto como sublevación policial por el supuesto rechazo a una ley que los compete, pero que implicó un intento destituyente claro, el atentado directo contra la figura presidencial y contra el pueblo ecuatoriano que llenó las calles. Es que en estos pueblos se da la conciencia de que la democracia es un valor demasiado importante como para pensar en la sola idea de dejarla arrebatar.
El coraje cívico demostrado por el pueblo y por el propio presidente merecen elogios. En Argentina tenemos la experiencia de presidentes escudados en la cobardía y el recuerdo del helicóptero que, sin escrúpulos, sobrevoló el caos que había contribuído a desatar. Cómo contrasta esa imagen con lo acontecido en el día de ayer. Cuántas razones tenemos hoy para celebrar a gran parte de los gobiernos de nuestra América Latina. Gobiernos que, como Venezuela, Bolivia, y el intento destituyente con las patronales del agro a la cabeza en la Argentina del 2008, han pasado y pasan por duras pruebas para resistir el golpismo y la reacción de los intereses que pretenden seguir ahogando a las naciones que quieren comenzar a despegarse de su situación de dominio.
Los acontencimientos de Ecuador hacían palpitar el duro recuerdo del avasallamiento a Honduras, la triste incertidumbre pendiendo de un hilo interminable. Una Honduras que vivió su golpe el 28 de junio de 2009 y cuyo presidente democrático, Manuel Zelaya, no pudo volver al poder; donde masacraron a un pueblo que, como el ecuatoriano, no dudó en salir a las calles para defender su democracia y donde la lista de periodistas asesinados se cuenta por decenas. Poco a hecho la Sociedad Interamericana de Prensa para condenar esos atropellos a la vida y a la libertad de prensa que los golpistas desestimaron al punto de no importarles cometer asesinatos.
La toma de la televisión pública ecuatoriana; las declaraciones del ex presidente ecuatoriano, Lucio Gutierrez, llamando a disolver el parlamento hablan, más que de una expresión de intereses particulares de la policia que persiguiera reivindicaciones salariales, de un intento conspirativo y destituyente para llevar a cabo un golpe de estado.
"Yo salgo como presidente de la república o salgo como cadáver", esas fueron las palabras del presidente Rafael Correa, atacado con gases lacrimógenos y cuya vida corrió serio riesgo durante las horas que duró su secuestro en el hospital policial donde fue trasladado para ser atendido. Por miles los manifestantes del pueblo ecuatoriano se acercaron al hospital para rescatar a su presidente. Hubo disparos, gases lacrimógenos y la lucha entre fuerzas especiales fieles al presidente y las fuerzas que se insubordinaron.
La presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner convocó a una sesión extraordinaria de la UNASUR en Buenos Aires, que está sesionando en este momento. Argentina fue uno de los primeros países en declarar públicamente su repudio al intento de golpe de Estado.
Rafaél Correa logró ser liberado, no se cuenta aún con una cifra oficial de heridos, y se habla de un muerto en esta lamentable muestra reaccionaria. Pero el alma nos vuelve al cuerpo por el hecho de no tener que contar la historia de otra Honduras.
Ecuador saldrá más fortalecida y en este nuevo escenario se plantea que los pasos hacia adelante de los pueblos son conquistas que éstos se niegan a resignar. También están ante nosotros los desafíos y todo lo que falta por delante, pero con una fuerte consigna enarbolada por tantos luchadores populares: NO PASARÁN!!!

miércoles, 29 de septiembre de 2010

La batalla por el sentido

Proyecto de Monumento a los Pueblos Originarios

La Historia es una poderosa arma política. La llamada Historia Oficial empieza a escribirse con Bartolomé Mitre, el jefe triunfante de la oligarquía porteña, a fines del siglo XIX. Si bien Mitre realiza un trabajo heurístico (recopilación de información y documentos) muy importante en algunos casos ( como en "Historia de Belgrano y la independencia argentina", 1876, contando con 3000 fuentes) el desvío se centra en la selección y en la interpretación de los hechos. Así la clase dominante consigue imponer sus ideas al resto de la sociedad. Las mismas estaban basadas en la intención política de forjar una mentalidad colonial, exaltando al capital británico y la oligarquía pro británica, la idea de que la Revolución de Mayo había sido un movimiento separatista, antihispánico, probritánico y por el libre comercio; el anti-latinoamericanismo, el desprecio por los caudillos del interior y sus masas montoneras en la lucha contra la opresión de la capital, la concepción "civilización o barbarie" tan cara para nuestro país. Es la historia que triunfa debido a la ruptura de la tradición oral como producto de las masivas inmigraciones, un fenónemo interesante de analizar como cita el historiador Norberto Galasso en sus apuntes sobre las corrientes historiográficas en la Argentina.
Resulta interesante recordar cómo Homero Manzi hizo alusión a Mitre "el prócer que se dejó un diario de guardaespaldas", en referencia la diario La Nación que siguió con la línea elitista y conservadora de su fundador y que, por estos días, está siendo protagonista del mayor escándalo debido al fuerte debate acerca del rol de los medios de comunicación y su relación con los crímenes de lesa humanidad: en este caso junto a Clarín por la apropiación ilegal de Papel Prensa en connivencia con los dictadores. No es para nada una casualidad que aún hoy siga vigente el pensamiento mitrista que forjó las bases para que seamos una semicolonia y que lo haga en su "guardaespaldas", el diario La Nación, en un artículo de 2004 que niega el genocio, exalta a Mitre y a Roca (1)
Se desprende de esta introducción y del trabajo de parte del revisionismo histórico, sobre todo de la corriente historiográfica socialista o latinoamericana, la necesidad de contarnos aquella historia que guarda las marcas de esa identidad inconclusa que deseamos reconstruír y que está en una constante dialéctica.
No resulta casual que los pueblos originarios hayan sido desterrados en la Historia Oficial o que la misma se haya encargado de delimitarlos como la "barbarie" que era necesaria aniquilar para bien del "progreso". Ese Estado Nación que se fundó bajo la represión de los diversos posibles aún hoy tiene una enorme deuda con estos pueblos. Y la comunidad también debe darse el trabajo de avanzar en la reivindicación y la aceptación y respeto por la diversidad.

Esa es la intención de un proyecto colectivo que, con la iniciativa del historiador Osvaldo Bayer y el artista plástico Andrés Zerneri, busca llevar a cabo la batalla por el sentido. El Monumento a la Mujer Originaria se presenta como una obra colectiva porque necesita del aporte de todos para su ejecución, ya que se trata de la recolección de elementos de bronce que se recepcionan en diferentes centros de acopio en todo el país. La obra tendrá diez metros de altura y buscará emplazarse en el mismo lugar donde hoy descansa el monumento en pleno centro porteño del general Julio Argentino Roca, principal responsable del genocidio de originarios en la Patagonia.
El proyecto fue presentado a la Legislatura Porteña el pasado miércoles y el sábado 25 se llevó a cabo un festival frente al monumento de Roca, en Diagonal Sur y Perú, con la participación de Osvaldo Bayer, Andrés Zerneri, la legisladora porteña María José Lubertino, la conducción de Gisela Busaniche y la actuación de Horacio Fontova, Karamelo Santo, Las Pastillas del Abuelo, La Chilinga, charanguistas y músicos sikuris. Estaba pautada también la actuación de Víctor Heredia que no pudo concretarse por cuestiones personales. El festival se desarrolló con una nutrida participación, gran presencia de jóvenes y estuvo llena de contenido acerca de los sucesos históricos de injusticia que convocan a la participación y a estrechar lazos de conciencia y solidaridad.

Esta obra se propone como un proyecto de arte colectivo, como un acto simbólico para visibilizar una problemática que es la de la exclusión y el no reconocimiento de los derechos de quienes son diversos, de quienes habitaron estas tierras antes de la llegada del español y mantienen más de 500 años de resistencia. Un proyecto por un cambio de actitud y de conciencia, el fomento de nuestra memoria histórica y la construcción de nuestra identidad.

Estoy absolutamente convencida que debemos avanzar en la conquista de derechos que han sido conculcados, por la justicia y reparación de estos daños históricos, por la victoria de un proyecto popular y plurinacional que nos hermane en la lucha con nuestros pueblos originarios.


Para más información se puede entrar a la página del proyecto y al blog
www.mujeroriginaria.com.ar
http://www.mujeroriginaria.blogspot.com/


(1) http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=656498

miércoles, 22 de septiembre de 2010

La izquierda que no es, tomas en la UBA que mueven la reflexión.

Basta de zonceras: la lucha por la cuestión nacional.

Desde mi mirada y análisis de la realidad, con la que coinciden miles con los cuales me aglutino en una de las veredas por las que circulan ideas y debates sobre la construcción de nuestro país, el presente histórico se nos presenta_ desde hace unos años_como una secuencia dinámica de hechos políticos, sociales y culturales que conmueven nuestras vidas y nuestra percepción de la realidad.
Notamos la ruptura fundamental, aunque no defintiva,con prácticas, discursos e imaginarios que barnizaron bastante homogeneamente nuestra historia.

Se dan cita en este novedoso encuentro redefiniciones acerca del rol del Estado y sus relaciones con la sociedad, el papel de los medios de comunicación masiva y la concepción de una nueva organización y composición que permita la pluralidad de voces y perspectivas. El renovado imaginario económico que busca la productividad y el valor agregado a las materias primas de escaso valor que nos habían posicionado en un lugar de periferia mundial en la división internacional del trabajo. Las fábricas recuperadas por sus trabajadores; el rol de las cooperativas, el dificultoso pero necesario papel de reconstruír una cultura del trabajo, perdida tras años de aplicaciones neoliberales convertidas en fabricadoras masivas y sistemáticas de pobres, indigentes, exluídos y marginados.
También asistimos a los primeros duros intentos de instalar en el diccionario nacional la palabra que debe hacerse práctica contínua y que se llama distribución de la riqueza, posible en estas primeras etapas gracias a la recuperación de instrumentos fundamentales para una gestión estatal orientada a brindar recursos a su sociedad: sólo por dar dos ejemplos podemos citar la disolución del sistema privado de jubilaciones, que había posibilitado la especulación de los grupos económicos privados con el dinero de los trabajadores, y la recuperación de Aerolíneas como línea de bandera. En materia de distribución de las palabras, las vivencias y los imaginarios sociales se sanciona en 2009 la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, tras un importante periodo de discusión pública y foros federales, cuya aplicación busca garantizar la ruptura del monopolio único discursivo (fundamental ruptura para encarar los procesos sociales de transformación, por eso se ha llamado a la Ley de Medios “la madre de todas las batallas”).
En materia de distribución de oportunidades se aplica una herramienta para los sectores de menores recursos que ya verificó su impacto positivo con un 25% de aumento en las inscripciones escolares: estoy hablando de la Asignación Universal por hijo, que como contrapartida requiere que el niño vaya efectivamente al colegio público y cumpla con el calendario de vacunaciones y salud. Respecto de esta medida cabe aclarar que no es un fin en sí mismo, ya que debe ser acompañada por el proceso, antes descripto como necesario, en lo que refiere a la creación de más y mejor trabajo para la inclusión social, pero que difiere de lo que tradicionalmente se conoce como los planes sociales como herramienta clientelística, ya que significa un recurso destinado a reinsertar a los niños al sistema educativo.
La lista puede continuar, pero me parece fundamental, tanto en plano simbólico como material, la reconstrucción de nuestro pasado, la derogación de las terribles leyes de punto final y la obediencia debida, que hoy nos permiten estar en un lugar privilegiado en el mundo en materia de justicia por crímenes de lesa humanidad. Se abrió la cancha para una nueva concepción de las dictaduras, las cuáles cómodamente sólo eran atribuídas al accionar de las fuerzas militares, pero que hoy podemos hablar de dictaduras cívico militares y entender cómo sus ideólogos, financistas y propagadores siguen operando. Por último, la importancia de volver a mirarnos nuevamente como región y Nación Latinoamericana, oponiéndonos a las políticas extorsivas del FMI y cancelando las deudas que fomentaban esa sujeción.
De todo este discurso no veo que se desprenda una conformidad con la realidad, sino un sintético recuento de lo que considero pilares fundamentales para comenzar a repensar la historia y construír un nuevo país. No pretendo negar, bajo ningún pretexto, el complicado panorama debido a que la corrupción sigue siendo un elemento estructural de los sistemas tanto estatales como privados, de la ambigüedad del sistema judicial (que aún cuenta con poderes enquistados que traban la posibilidad de una verdadera justicia para todos y todas). Tampoco niego la complicación del deterioro ambiental, la trata de personas, o el accionar de otras empresas en posiciones dominantes más allá de las mediáticas; no desconozco la violencia en una sociedad que se vió golpeada por los vaivenes de las crisis económicas y políticas durante décadas, sometida a la colonización mental y saqueada en lo más profundo de su dignidad.

Y como estudiante universitaria tampoco hago la vista gorda en lo referente a las problemáticas que atraviesan a nuestras facultades: los ad honorem, las condiciones de infraestructura inadecuadas e insuficientes, la necesidad de comedores y guarderías, el presupuesto que no llega, las dificultosas condiciones de cursada. Por esta razón es que, junto a otras organizaciones estudiantiles del campo nacional y popular, apoyamos la medida de las tomas en nuestras Facultades (lo que empezó en acto de solidaridad con la importante lucha de los estudiantes secundarios porteños, pero que tiene sus propios motivos en los reclamos universitarios).
Si me extendí en este recuento y síntesis de los conflictos que nos interpelan es porque, lamentablemente, un sector de la militancia estudiantil tiene muy poca memoria de su pasado reciente y una ceguera inconcebible en el diagnóstico de nuestro presente.

Cada quien puede apelar a su ideología, como condición de producción de sus discursos, y a su pertenencia o simpatía política, pero en las discusiones al interior de la Universidad (que tienen su correlato en lo que se sale a decir y a mostrar por fuera de ella) más que discutir de política e ideología se cayó en las chicanas que se desprenden de la consigna que los grupos que sostienen la toma levantaron como bandera: “MACRI Y CRISTINA, DESFINANCIAN LA EDUCACIÓN PÚBLICA”. En el amplio frente de la Facultad de Filosofía y Letras, sólo podían verse estos carteles, así como en la Facultad de Ciencias Sociales hay carteles y volantes similares. La cara de la Presidenta luce en el mismo combo junto con la de Mauricio Macri, el Ministro de educación porteño, Esteban Bullrich, y el Rector de UBA , Rubén Hallú. Los centros de estudiantes de estas dos facultades están bajo la conducción de “la izquierda que no es” y los militantes del Partido Obrero (PO) no hacen más que sumar con sus discursos y pintadas a la confusión que tergiversa un justo reclamo. Estas agrupaciones visualizan como claros enemigos políticos a las agrupaciones del campo nacional y popular que, al contrario de la lógica que nos asignaría el PO, estamos a favor de la toma y de la justeza del reclamo. O, más bien, a título personal debería decir que estaba (en pasado) a favor.
En los varios intercambios que pude presenciar con estudiantes de estas corrientes, es lamentable la sujeción a esquemas de pensamiento que inducen a predicar que “todo es lo mismo”. Es penoso que estudiantes universitarios, provenientes de los sectores medios de la sociedad, que tienen acceso a una educación terciaria y suficiente edad como para pensar con sus propias cabezas nieguen el principio rector que se nos enseña a penas ponemos un pie en nuestras Facultades: el pensamiento crítico, dialéctico; y el desenmascaramiento del pensamiento lineal y unidereccional.
Para ellos, todo lo que no se corresponda con un accionar directamente proporcional a la ideología a la que adscriben, es tildado de “maniobra”. Es realmente llamativo que una “izquierda” no sea capaz de ver los cambios a favor del pueblo que comenzaron a delinearse a partir de los últimos dos gobiernos; aún con todo lo que falta es deshonesto no reconocer que no seguimos en el menemato. Llamativo porque entiendo que estamos en una etapa del país en que se delinean claramente dos veredas (en cada una de las cuales circulan diferentes apuestas políticas que coinciden, al menos, en puntos básicos como declaró el Diputado Martín Sabatella, representante de la oposición más digna con la que contamos, pues la oposición de derecha es un rejunte imposible de digerir). Pero estos militantes caen en la incoherencia de creer que no se está “ni con los medios ni con el gobierno”, “ni con el campo ni con los K”, cuando en realidad no tienen apuesta política con proyección nacional y ni siquiera local como para postularse como una alternativa potable frente a una derecha que se aglutina con torpeza y fisuras pero que ha demostrado todo su potencial disgregador y de anhelo por las políticas del pasado. Pero, claro, con el PO y con las conducciones de estos espacios estudiantiles caemos siempre en un problema de definición de conceptos: para ellos el gobierno Kirchnerista es la derecha y quienes apostamos, desde diversos lugares y con diferentes matices, al proyecto de país que viene creciendo, no somos más que un “par de rentados”, “unos descomprometidos”. En sus discursos salta todo el tiempo este tipo de errores de concepto, quizá porque les es muy difícil sostener su postura de confrontación si aceptan que este gobierno tiene matices, tiene contradicción. Hasta el punto de que me hacen pensar que les gusta tanto el lugar de oposición y se esfuerzan tanto por parecer de izquierda que deben inventar demonios donde no los hay. Algo hay que reconocerles: miden a todos con la misma vara, en lo que se equivocan no es en la vara sino en la consideración homogénea y distorsionada de la realidad que miden. Esta izquierda abstracta nada hizo por poner luz en el conflicto con las patronales del campo allá por 2008, los militantes del PO se opusieron a la Ley de Medios a la cual acusaron de ser “interburguesa”y el centro de estudiantes hasta sacó un mega afiche en defensa de los periodistas de Clarín con motivo de la ocasión de los afiches anónimos regados por la ciudad, que tanto perjucio les causó a los caballitos de batalla del monopolio que fueron calurosamente recibidos por la Comisión, nada más y nada menos, que de Libertad de Expresión en el Congreso. Un claro ejemplo del cinismo y la hipocresía de nuestros días.
Para ellos es lo mismo una Cristina Fernández que recupera el presupuesto para educación pública, que aumentó en un 500 por ciento y que representa hoy alrededor del 6 por ciento del PBI, que un Macri que subejecuta el presupuesto educativo y sobrejecuta en publicidad y veredas (y que, en otras áreas no se aparta de las lógicas neoliberales del gran “reconstructor del país” , Carlos Menem, según su opinión).
No niego que aún sea insuficiente pero denuncio la flagrante malintención de un discurso sin matices, porque aunque no se crea en la inflación que da el INDEC si se la duplica, como hace cualquier consultora privada (la que, por otra parte, no conocemos nada acerca de su funcionamiento), el aumento del presupuesto educacional sigue siendo significativo y la actitud hacia los estudiantes en general es de reconocimiento y no de censura o de persecusión por parte del Gobierno. El papel del Rectorado en este tema y su responsabilidad en el marco de una universidad autónoma (autonomía que el PO niega para pasarle la pelota al Ejecutivo Nacional) se desdibuja ante la intención de crear una “nacionalización” de la protesta estudiantil, ignorando, por ejemplo, la cantidad de escuelas construídas en los últimos años; extrapolando un conflicto justo de estas Facultades de la UBA a un aparente caos nacional.
Me parece que estos militantes de la anticausa nacional no saben cómo construír los consensos necesarios con otras agrupaciones y estudiantes para llevar a cabo de una manera fructífera el justo reclamo, confunden al enemigo político en su incorrecta caracterización del gobierno nacional. Porque una cosa es apostar a otro proyecto político y tener la autonomía necesaria como para construír desde afuera del oficialismo y otra muy diferente es mentir. Mienten cuando nos niegan a los movimientos nacionales y populares la lucha por nuestra universidad y la educación pública en su conjunto, cuando le adosan al Gobierno Nacional la “manipulación de los derechos humanos” y nos creen insensibles ante una desaparición en democracia como la de Jorge Julio López. Quieren actuar sobre todos los frentes de poder, según su discurso, y hacerlo a la vez, desconociendo la gran batalla política y el gran costo que significa sobreponerse a los poderes concentrados de antaño. ¿O hay que recordarles el ánimo destituyente y la reacción de los agrosojeros y su séquito cuando Cristina Fernández envió el proyecto de ley 125 de retenciones móviles y estuvimos con piquetes fashion al borde del desabastecimiento, al borde del golpe mediático gracias a los voceros del establishment? Y esto no es una manera de decir que no debemos tocar nada de lo establecido, no es conformismo, sino la constatación de que hay que apoyar cuando un gobierno o sector social se impone a un poder económico concentrado, ya que ese sector queda vulnerable ante el embate reaccionario de los que no quieren perder sus injustos privilegios.
Esta pobre y engañosa izquierda estudiantil es absolutamente ciega cuando considera que el pago de la deuda se hace a costa del “hambre de los trabajadores”, e incapaz de entender la dialéctica de la realidad latinoamericana. ¿Qué dicen acerca de la fabulosa relación y coincidencias que tienen un Evo, un Chávez o un Correa que apuestan por el Socialismo del Siglo XXI, con el gobierno nacional? ¿Qué dicen acerca del voto únanime de los miembros de la UNASUR para que el ex presidente Néstor Kirchner la lidere? No dicen nada, porque allí aparecería de nuevo la contradicción y ellos odian la contradicción. Estudian humanidades y ciencias sociales y niegan el principio de la contradicción en cualquier realidad social, que siempre es dinámica. Niegan la correlacción de fuerzas en una sociedad como la nuestra, nacida como Estado Nacional para ser objeto de explotación (y explotada y saqueada en tiempos coloniales), Nación semicolonial que carga con todos los muertos en la lucha por la comprensión de una causa nacional. Y cabe aclarar “nacional” y no “nacionalista” como le gusta decir a la izquierda abstracta para referirse al Peronismo, en su fascinación de considerar a Perón como un nazi, como un dictador; obviando toda investigación al respecto de las diferencias entre los regímenes europeos y la realidad latinoamericana de esos años.

La imposibilidad de entablar un diálogo con estos sectores del movimiento estudiantil es lamentable, y duele que fracciones que se dicen de “izquierda” vacíen de contenido nuestras instancias de encuentro y trastoquen la realidad con su purismo ideológico.
Que se monten en el placer de relamerse del crecimiento de la participación en las Asambleas, que según ellos ascendió a las 800 personas, siendo que (según el censo 2004) los estudiantes de Filosofía y Letras suman 14.330 y los de Ciencias Sociales 25.346. Si para ellos esto es un triunfo de la participación es muy limitado su horizonte y me llevan a pensar que no sólo sus estrategias de interpelación al estudiantado sino todas las demás, inclusive las nuestras, están fallando seriamente. Porque mientras la política universitaria sectaria sigue en sus dilemas y luchas discursivas intestinas, la realidad nacional está reclamando de nosotros otro tipo de esfuerzos y de miradas. La universidad pública no puede estar disociada de los grandes temas que conmueven a nuestra sociedad, no puede existir un adentro y un afuera de la Universidad, como microclima ficticio que tantas veces se vive en los pasillos y en las aulas.
El reclamo por la educación pública debe seguir vigente, pero no bajo estas lógicas.

Para concluír, ,lo que dice el Historiador Norberto Galasso, en sus Cuadernos para la Otra Historia, respecto de la izquierda abstracta refiriéndose a pretendidos marxistas también puede ser aplicado para ciertos trotskistas o, mejor llamados, “troskos”:

“...la clase dominante aprovecha a aquellos marxistas que confunden disidencias frontales con laterales y enemigo principal con secundario y los aprovecha para su propia causa, más allá de las buenas intenciones a favor del proletariado que ellos pueden sustentar.”
“Para esta estrategia la clase dominante no vacila en poner a su servicio a intelectuales pretendidamente marxistas. No importa que ellos descalifiquen a los movimientos de liberación nacional desde una perspectiva socialista porque esa perspectiva es abstracta y lejana, mientras la crítica al yrigoyenismo y al peronismo, implacablemente concretos, ayuda a debilitar a los movimientos de masas.”

lunes, 26 de julio de 2010

Evita, por siempre viva en el corazón de su pueblo


Eva
por María Elena Walsh.


I
.
Calle Florida, túnel de flores podridas.
Y el pobrerío se quedo sin madre
llorando entre faroles sin crespones.
Llorando en cueros, para siempre, solos.
.
Sombríos machos de corbata negra
sufrían rencorosos por decreto
y el órgano por Radio del Estado
hizo durar a Dios un mes o dos.
.
Buenos Aires de niebla y de silencio.
El Barrio Norte tras las celosías
encargaba a Paris rayos de sol.
La cola interminable para verla
y los que maldecían por si acaso
no vayan esos cabecitas negras
a bienaventurar a una cualquiera.
.
Flores podridas para Cleopatra.
Y los grasitas con el corazón rajado,
rajado en serio. Huérfanos. Silencio.
Calles de invierno donde nadie pregona
El Líder, Democracia, La Razón.
Y Antonio Tormo calla “amémonos”.
.
Un vendaval de luto obligatorio.
Escarapelas con coágulos negros.
El siglo nunca vio muerte mas muerte.
Pobrecitos rubíes, esmeraldas,
visones ofrendados por el pueblo,
sandalias de oro, sedas virreinales,
vacías, arrumbadas en la noche.
Y el odio entre paréntesis, rumiando
venganza en sótanos y con picana.
.
Y el amor y el dolor que eran de veras
gimiendo en el cordón de la vereda.
Lagrimas enjuagadas con harapos,
Madrecita de los Desamparados.
Silencio, que hasta el tango se murió.
Orden de arriba y lagrimas de abajo.
En plena juventud. No somos nada.
No somos nada más que un gran castigo.
Se pintó la República de negro
mientras te maquillaban y enlodaban.
En los altares populares, santa.
Hiena de hielo para los gorilas
pero eso sí, solísima en la muerte.
Y el pueblo que lloraba para siempre
sin prever tu atroz peregrinaje.
Con mis ojos la vi, no me vendieron
esta leyenda, ni me la robaron.
.
Días de julio del 52
¿Qué importa donde estaba yo?
.
.
II
.
No descanses en paz, alza los brazos
no para el día del renunciamiento
sino para juntarte a las mujeres
con tu bandera redentora
lavada en pólvora, resucitando.
.
No sé quién fuiste, pero te jugaste.
Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo,
metiste a las mujeres en la historia
de prepo, arrebatando los micrófonos,
repartiendo venganzas y limosnas.
Bruta como un diamante en un chiquero
¿Quién va a tirarte la última piedra?
.
Quizás un día nos juntemos
para invocar tu insólito coraje.
Todas, las contreras, las idólatras,
las madres incesantes, las rameras,
las que te amaron, las que te maldijeron,
las que obedientes tiran hijos
a la basura de la guerra, todas
las que ahora en el mundo fraternizan
sublevándose contra la aniquilación.
.
Cuando los buitres te dejen tranquila
y huyas de las estampas y el ultraje
empezaremos a saber quién fuiste.
Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva,
única reina que tuvimos, loca
que arrebató el poder a los soldados.
.
Cuando juntas las reas y las monjas
y las violadas en los teleteatros
y las que callan pero no consienten
arrebatemos la liberación
para no naufragar en espejitos
ni bañarnos para los ejecutivos.
Cuando hagamos escándalo y justicia
el tiempo habrá pasado en limpio
tu prepotencia y tu martirio, hermana.
.
Tener agallas, como vos tuviste,
fanática, leal, desenfrenada
en el candor de la beneficencia
pero la única que se dio el lujo
de coronarse por los sumergidos.
Agallas para hacer de nuevo el mundo.
Tener agallas para gritar basta
aunque nos amordacen con cañones.
.
.


sábado, 17 de julio de 2010

El Compromiso

En el devenir de mi vida algunos cambios de trayecto podrían hacerme pensar que hubo un momento puntual en que yo decidí para mi vida el camino del compromiso. Pero si realizo un inventario veo en los momentos previos, desde el mismo instante en que se empieza a tomar conciencia en la niñez y se actúa con ciertas convicciones, que me acompañó el interés por las cuestiones sociales desde siempre. Eso no significa que hubiera sabido desde temprano el camino para llevar adelante esa inquietud, esa práctica, ese desvelo. Tampoco que yo sea ejemplo de nada, porque no soy sujeto de proezas, pero si de pequeños logros e intervenciones que en mi vida significan mucho y que aunque sea una persona más en este profuso mundo, creo fervientemente que la toma de conciencia de alguien más siempre es una esperanza.
Pensé, en la adolescencia, que los grupos que se forman en las Iglesias (aunque nunca llegué a participar en uno), la recolección de ropa y comida podría ser una buena contribución. Pero la caridad y la donación comenzó a parecerme vacía y verticalista: la mano que da siempre parece estar más arriba o más lejos que la mano que recibe. Tampoco uno se comprometía quejándose del mundo, de la política, de la violencia. Algo no me cerraba. Oficié de vagabunda por el mundo sin un espacio en el cuál reconocerme. Fueron años duros.
Lo que sí es cierto es que hubo un momento en que mis desplazamientos por la facultad me permitieron aprehender un mundo nuevo sobre el mundo actual. Emergió con fuerza un rico juego de significaciones y cambió completamente mi visión sobre la política. Esa palabra era la clave: una concepción política del mundo, de las prácticas que llevamos a cabo. Comprendí que la política es una manera de posicionarse y actuar en el mundo, que conlleva consecuencias como toda acción. Eso que todo el mundo desprestigiaba, que los propios políticos nos enseñaron a desdeñar porque en muy pocas ocasiones supieron honrarla.
Pero negar la importancia y la potencialidad transformadora de la política es desconocer el mundo y su historia. La política, en medio de procesos de luces y sombras, ha dado lugar a que lo impensado se convirtiera en un derecho: Hubo un momento en que los poderes hegemónicos consideraron parte del orden la exclusión del voto de la mayoría de la población y se practicaba el voto censatario o restrictivo considerando posiciones económicas, de instrucción o civiles. Pero esa hegemonía se vió contrariada por las demandas de grandes masas de población que comenzaron a luchar, y esa lucha tuvo carácter político, para ser incorporados en las grandes decisiones que atañen al destino de un país. En 1912 surge, con la ley Saénz Peña, el voto universal masculino, secreto y obligatorio. No fue el fin de los fraudes ni la continuidad del hilo constitucional, pero el paradigma había cambiado. Aún más lo hizo en 1947, cuando el peronismo_ con Evita a la cabeza_ promulga el voto femenino, bandera reclamada por décadas. Aquellos años en la Argentina fueron de cambios profundos y eso se debe a la lucha de los trabajadores y sus pensadores embanderados en sus diferentes partidos y con sus diversas consignas. Las grandes masas se incorporaron a la cosa pública como nunca antes y fueron un factor de poder que amenazaba con debilitar la hegemonía imperante, que debió abrir el juego para lograr transfomarse a la nueva situación sin perder completamente el poder.
Ese pueblo excluído logró organizarse para conseguir la victoria de sus luchas, muchos han quedado en el camino y con ellos sus legados libertarios. Y mucha agua corrió hasta llegar a la década de los 90, luego de cruentas dictaduras militares con complicidades civiles que escribieron con sangre la historia colectiva de nuestro horror. Y los 90 fue la década en que pasé la mayor parte de mi infancia y adolescencia. Si hacemos un somero repaso de los dogmas que en ese período inundaron los medios de comunicación encontramos a un mercado que, supuestamente, desplaza a la política y viene a solucionar todos nuestros problemas. El libre mercado, la apertura indiscriminada de nuestras fronteras para establecer relaciones carnales con el mundo "globalizado y civilizado", la modernidad, la comodidad, lo inmediato. Producto de esas prácticas el Estado fue un ausente en las políticas sociales pero con una inmensa influencia y complicidad para vaciar la Nación y dejarla en manos de los grandes poderes económicos. La patria financiera devaluaba los ideales y las utopías de las generaciones combativas y revolucionarias. Podemos entrar en discusíón acerca del término revolución, yo opino que cada cambio en favor de las clases populares puede ser considerado un paso decisivo; porque creo en la definición de las utopías que ayudan a caminar y cada pisada que nos acerque a la conquista de un derecho debe ser considerada con el mayor de los respetos.
Esa patria financiera desgajaba el potencial de la política como herramienta transformadora de la realidad en pos de la justicia social. Yo soy hija de esa década y de esa concepción. Y como yo millones de jóvenes se criaron bajo el paradigma de que la política es un engaño, está llena de corrupción y que "no hay uno que se salve", por eso..."mejor, no te metas".
El proceso para sacerse ese yugo, esa venda es muy largo, pero no lo suficiente como para convertirlo en una causa perdida. En la plenitud de mi edad elijo una de las tantas carreras que me acerca a concepciones del mundo que no quieren que se les coloque fecha de vencimiento, porque son herramientas conceptuales para mirar el mundo a través de ellas y poder recontruír el mosaico de la realidad.
Por eso, dejé de pensar en caridad para poner el foco en la solidaridad. Dejé de quejarme de la sociedad y de los políticos como entes intransformables y homogéneos (todos igual de tramposos y manipuladores) para reivindicar a la política como instrumento fundamental y transformador de la democracia. Dejé la posición cómoda del pesimismo para intentar una interpretación relacional y una comprensión histórica del mundo. No tengo, en absoluto, todas las respuestas; pero tengo una guía, una mirada nueva, una perspectiva, un método (o varios) y muchas preguntas. Preguntas que cambian el foco, se trata de saber parir nuevas miradas.
Uno va conociendo autores, experiencias de vida, mundos impensados y en las reuniones familiares o de amigos comenzamos a hablar un lenguaje "raro". La recuperación de la riqueza del lenguaje es también una forma de revalorizar la política y nutrir la cultura. Pero también está el temor de quedar incomprendido, por eso se desea una mayor democratización de la riqueza de la lengua, lo cual es un arduo proceso que soñamos con alcanzar.
El discernimiento, la duda, la puesta en cuestionamiento del sentido común, el análisis comparativo e histórico del discurso de los medios, del discurso político, la toma de una postura nos coloca en la posición del compromiso. La ira ante la injusticia es un sentimiento que ningún comprometido puede dejar de sentir, pero debe acompañarla la participación en alguna decisión o acción trascendente, en el apoyo a una consigna desde donde se pueda, como se pueda mientras se divise que esa causa es una lucha por la mayor justicia e igualdad. No faltarán las murallas ideológicas, el choque en la confrontación de valores inculcados, pero entiendiendo que las sociedades son dinámicas y que lo que se consideran "normalidades" son construcciones históricas siempre se podrá revisar la propia ideología para ampliar sus alcances o desechar sus prejuicios al cambio.
La actividad política es necesaria, la ejercemos todos con mayor o menor conciencia, porque hasta las posturas radicalmente anti-políticas son la toma de una posición ante la vida y la sociedad.
Mal que les pese a personajes como Silvina Walger, han sido las políticas de derechos humanos de este Gobierno las que emprendieron la tarea de avanzar en los juicios de lesa humanidad llegando a fallos históricos después de décadas de impunidad, obediencia de vida y punto final. Ha sido la política, con la inicitiva de este Gobierno, la que recuperó las jubilaciones privatizadas con las cuales se hicieron funestos negocios, la que se enfrentó al poder concentrado y monopólico de los medios de "desinformación" que venían detentando un poder incuestionable y hasta criminal. Qué lamentable para un estudiante haber leído la obra de un autor que desconocía, entusiasmarse con su perspectiva esbozada en décadas pasadas y encontrarlo por primera vez en la televisión cumpliendo un papel vergonzante. ¿Qué le pasó a Silvina Walger desde Tv Guía Negra con Carlos Ulanovsky, en 1973, hasta el penoso discurso de "estos son peores que los militares", su machismo indecoroso en la subestimación de la Presidente de la Nación y sus cómodas apariciones bajo la complacencia de Mariano Grondona o sus columnas en La Nación?
Lo que me permite hacer estos juicios es cierta mirada histórica que me impide pasar por alto lo que en estos últimos años representan cambios de paradigmas, gestas de nuevos movimientos ciudadanos y populares, nuevas luchas en el plano discursivo, material, simbólico.
No se trata de negar las muchas falencias que tenemos como sociedad, la desolación a la que se ven sometidos millones de compatriotas aún en el 2010. Se trata de cuidar los logros obtenidos, muchos de ellos banderas históricas de movimientos sociales y políticos que exceden al kirchnerismo pero que encontraron en él un punto de confluencia. Cuidarlos de la bosta con que se pretende ensuciarlos, aludiendo a juicios torpes, privados de argumentos, y vacíos de legitimitad toda vez que se coindice con el discurso de los poderosos, no se ve el avance popular frente a determinadas medidas y se sigue jugando a la política como "cosa sucia" que jamás podrá resolver los problemas de los argentinos porque "el matrimonio presidencial" siempre está ahi "para arruinarlo todo".
Por eso el compromiso es indisoluble de la política y ésta inseparable de las acciones que propenden a una mayor libertad y a la vocación de justicia.

miércoles, 14 de julio de 2010

Familia Tipo y miradas que excluyen

Faltan pocos minutos para que se comience a tratar en el recinto de Senadores el proyecto de Ley de Matrimonio Igualitario. Al hacer un somero repaso por los canales de noticias, una multitud anaranjada me golpeó con violencia por sus consignas. Lo mio y lo de muchos que nos sentimos violentados, no es intolerancia; es la percepción y la convicción de que estos grupos están confundiendo las cosas llegando a un cínico juego de ser "los dueños de la verdad". Habiéndome criado y teniendo como meta la familia heterosexual no me jacto de poder sentenciar qué es una familia. Me ha tocado en suerte ser hija de dos padres maravillosos juntos hace 45 años y tener dos hermanos; pero podría no haber sido así y me siento lo suficientemente libre de pensamiento en este mundo como para aceptar la diversidad de familias existentes, familias que se definen por ser un seno de amor y protección y no por conformar la foto que se expone en el living.
Los senadores de la oposición, en su mayoría, cansan con su constante referencia al oficialismo como el oportunista que radicaliza el debate, negándole a la sociedad confusa que conozca que este proyecto es apoyado sólo por algunos oficialistas y que fue el Partido Socialista quien lo lleva como proyecto. Nos vienen a decir que hay una Confrontación "Iglesia-Gobierno" cuando se trata de una radicalización fundamentalista del discurso religioso contra una minoría que ha conseguido apoyos de otros sectores de la sociedad. Se dice que los grupos minoritarios en este debate han sido respetados, cuando con violencia se les dice a los homosexuales que no son familia, que no están capacitados para críar y en las marchas se desplegaron expresiones que conmueven por su odio.
Mucho antes de que las organizaciones homosexuales recibieran el apoyo parlamentario para imponer este tema en agenda, el arquetipo de familia tradicional ya se había venido abajo. Los homosexuales no quieren imponerle a los heterosexuales otra forma de vida y éstos parecen querer hegemonizar el discurso y vivir en la ilusión de la familia perfecta.
Pero para este tema elegí las palabras de una mujer que admiro para poner en escena un pensamiento rico y esclarecedor.


La tiranía de la Familia Tipo
Por Sandra Russo

Cada año, para junio, cuando se acerca el Día del Padre, en muchas casas sopla una brisa de angustia. La brisa de la falta. Sucede otro tanto, en otras casas, cuando llega el Día de la Madre. Esos son los días icónicos de la Familia Tipo, de cuya expulsión o deserción no pueden evadirse los que viven fuera de su aura. La tiranía de la Familia Tipo que se impone desde los soportes canónicos del imaginario social, es decir los medios y la publicidad, castiga a muchos inocentes. Los niños sin padre o sin madre, por ejemplo. O los que tienen padres o madres diferentes. Esos días tiene lugar el estigma.

Mientras en la vida real las familias experimentaron en los últimos cincuenta años cambios inimaginables, vinculados no sólo con la evolución de un tipo de pensamiento sino, además, con nuevas formas de producción capitalista, los soportes del imaginario social persisten en aferrarse a la Familia Tipo, convirtiéndola en un corset del que se escapan millones de personas que viven otras escenas.

En estos días, cuando se discute en el Senado la ley de matrimonio igualitario, desde los sectores confesionales arrecian las definiciones que presuponen a la familia humana de una sola forma y composición. De esas definiciones brota la idea de un hombre y una mujer uniéndose en matrimonio para procrear, y manteniéndose juntos para la crianza de los hijos. De esa ceñida, ahogada idea de familia “normal”, no quedan afuera solamente las parejas del mismo sexo que desean casarse y eventualmente también criar a sus hijos. Otros han quedado afuera antes. Los solteros, los viudos, los emocionalmente fracasados. Y es más: la Familia Tipo incluye en su nube de presunta plenitud a muchos infelices y a muchos depravados.

Cuando uno decide o no tiene más remedio que llevar su vida por carriles que no son los que desembocan en la aprobación de cada una de sus tías, siempre atraviesa, de alguna manera muy personal, un desprendimiento interno. Nos desprendemos de esas partes nuestras que no pondremos en juego.

En un intercambio frenético de correos que mantuvimos hace unos años con mi amigo, el bloggero y activista gay Christian Rodríguez, y que fue publicado en mi libro Amar y flirtear, revisábamos esa expresión que aparentemente sólo atañe a los homosexuales, “salir del ropero”. Era a partir de los estereotipos que puso en acción la película Secreto en la montaña. El debate era si se trataba de una película de amor, o de una película de amor gay. En las historias de amor que consumimos en los productos culturales, siempre se impone el obstáculo entre los amantes, y ese obstáculo es externo. Rico, pobre, negra, blanco, joven, viejo, odio entre familias, odio entre etnias, odio entre pandillas, la CIA y la KGB. En esa película, decía Christian, el obstáculo era interno y ése era su rasgo más fuerte. El obstáculo era la lucha subjetiva de cada uno, Ennis y Jack, entre lo que le pasaba y lo que no debía pasarle. Entre cada uno de ellos y el amor, lo que se interponía era la propia idea del amor, y su propia idea de sí mismos.

De allí surgió un análisis de qué significa ese closet, y la idea de que en un ropero está la ropa disponible y descartada. Todos tenemos un closet del que salimos cuando hemos decidido qué de nosotros vamos a defender como nuestra identidad, y qué partes disponibles descartaremos, porque “salir del ropero” implica, antes que nada, una renuncia a lo que no se elige ser.

También en ese diálogo se arribaba a la idea de que es del mundo homosexual, precisamente, desde el que nos han llegado, culturalmente en las últimas décadas, las noticias más vivas sobre el amor estable, sobre el deseo ferviente de construcción de familia. Son ellos y ellas las que están haciendo planteos de planificación familiar con una claridad cegadora. El de ellos y ellas es un planteo maternal y paternal que se sobrepone al narcisismo para fluir en el amor al hijo. Quieren asegurarse el destino del hijo si el padre o la madre adoptante llegaran a morir. Para eso necesitan casarse.

Sabemos, cuando abandonamos el barco de la Familia Tipo, que hay familia allí donde un niño o una niña, un hombre y una mujer, mujeres u hombres se sientan incondicionalmente amados. La hay donde hay ese tipo de afecto que no se pone a prueba, ni depende de los vaivenes de las personalidades.

Hay familia donde hay seguridad. Se habla muy poco de este tipo de seguridad, la afectiva, de la que dependen tanto las chances de nuestra felicidad.

martes, 13 de julio de 2010

Matrimonio Igualitario





Toda sociedad humana tiene, en lo más íntimo, una gran cloaca que cada tanto se destapa. Existen intereses contrapuestos y visiones de mundo que chocan entre sí junto con la construcción de grandes poderes que ejercen su hegemonía y redactan el inventario de los excluídos, los discriminados, los que deben ser invisibilizados; todo ello con sus implicancias en lo simbólico y en lo material. Esto apunta a que la madeja de todo este sistema de exclusión es una construcción histórica a través de los siglos y no un "orden natural" al que debamos someternos.
El Poder, cuestión que parece abstracta pero que tiene actores sociales concretos que lo ejecutan, se encarga de dictaminar, en base a sus presupuestos ideológicos, una serie de premisas que establecen qué es normal y qué es considerado anormal o aberrante en una sociedad.
El tema de la homosexualidad acompañó la historia del hombre y presenta sus ejemplos en el reino animal. Ha sido tratado de diversas maneras en los medios de comunicación: desde su total invisibilidad, a la introducción del homosexual como afeminado que incomoda a los heterosexuales con su doble intensión, a la abierta muestra de relaciones sexuales entre personas del mismo sexo en telenovelas. Con respecto a estas últimas, se ha dicho que es un avance en relación a la cuestión de la homosexualidad, ya que antes no figuraban y ahora están en pantalla. Personalmente creo que esto es un error, porque en sobradas ocasiones se ha dicho que la homosexualidad no se trata solamente de lo que hacen dos personas en la cama. Hay una visión reduccionista que se asentúa, pues los inadecuados tratamientos acerca de este tema llevan a que, a pesar de tener siglos de existencia, la homosexualidad siga causando sorpresa o incomodidad. El reduccionismo está basado en el imaginario que se despliega alrededor del acto sexual y toda una serie de prejuicios que, durante años, vincularon a una enfermedad como el SIDA a los contagios por "prácticas" homosexuales.
Ahora, parece que está bien y hasta tiene un cierto grado de tolerancia mostrarlos teniendo sexo en la pantalla de TV pero resulta un escándalo viéndolos militar en política para sancionar una ley de Matrimonio Igualitario.
La Iglesia católica, con Bergoglio a la cabeza y algunos grupos evangelistas desplegaron una prédica oscura, fundamentalista, arcaica, ignorante y profundamente discriminatoria. Fueron expertos en mezclar con absoluto desparpajo la cuestión de la homosexualidad con la pedofilia, la zoofilia y el incesto. El Cardenal Bergoglio salió a decir que esto se trataba de una "guerra de Dios" y que estos proyectos representaban un ataque a los "planes de Dios". El manto satánico con que este jerarca de la Iglesia intentó cubrir lo que es un reclamo legítimo por un derecho postergado no hace más que abrir, nuevamente, la cloaca de las más obsenas inhumanidades. La prédica del Amor queda muy lejos de "los Planes de Bergoglio" y la cúpula de la Iglesia sigue sin escarmentar acerca del progresivo poder que pierde entre el pueblo toda vez que se aleja de sus padecimientos reales e intenta influír en las políticas transformadoras.
Aún desgastada en su credibilidad, en medio de escándalos por encubrimiento de sacerdotes abusadores de menores, la Iglesia sigue siendo un poder político influyente en ciertas capas de la sociedad. Por eso es que un grupo de la oposición se apoya en el discurso eclesiástico y esa sujeción es mucho mayor en las provincias con sesgo conservador, donde muchas veces lealtad a la prédica religiosa implica ganar votos en las elecciones.
Pero lo grave de todo esto es que la ley de Matrimonio Igualitario, que viene siendo militada desde hace cinco años y que este miércoles será tratada en Senadores, es atacada por varios frentes sin aclarar que no afecta el matrimonio religioso, que se trata de un derecho civil que permitirá a las familias ya existentes alcanzar un nuevo piso de igualdad. En todo caso, como ha sucedido con otros temas como Ley de Medios que permitió poner en el tapete ciertos incuestionables, se trata de repensar el significado de familia a la que la Iglesia alude constantemente. La familia, como institución inserta en el cuerpo social, sufre cambios que se dan en el plano social, cultural, económico, simbólico, político. La realidad es que, desde hace mucho tiempo, existen familias diversas y no el prototipo "papá, mamá, hermanos": hay madres solas, padres solos, abuelos y tios criando niños, niños adoptados monoparentalmente que conviven con parejas homosexuales y niños que han sido concebidos por una madre o un padre viviendo bajo el seno de una pareja del mismo sexo. La familia a la que alude la Iglesia, en su vocación de proteger lo que es proclamado por el poder como "normal", ha cambiado profundamente y, otra vez, esta institución da muestras de no poder hacerse cargo de la diversidad y condenar los actos que de ejercen fuera de sus límites.
Pero la Iglesia tiene sus ejemplos de dignidad, dentro de lo que podríamos asociar a sus bases, alejadas del poder de la cúpula. El sacerdote bonaerense, Eduardo De La Serna en diálogo con Página 12 expresó lo siguiente:


“Siempre hablamos de la importancia del diálogo en la Iglesia, pero ahora aparece un jerarca (el cardenal Jorge Bergoglio) hablando de la ‘guerra de Dios’. Parece una cruzada, como en la época de la Inquisición, como si estuviéramos en el Medioevo”, dice De la Serna. Luego reflexiona: “Tiene una actitud tan violenta..., para mí que se equivocaron de siglo”.


“¡Si para la Iglesia el matrimonio civil no es válido! Cualquier católico que esté casado así y no por iglesia es un pecador... entonces, ¿qué les preocupa, si no se está debatiendo legislar sobre el matrimonio religioso para gays y lesbianas?”, razona De la Serna e imagina el caos que sería si otras religiones siguieran el ejemplo de la Iglesia Católica. “Se vuelve teocrático el país”, se responde. Y concluye: “La jerarquía no se resigna a perder el poder de meterse en la cama de la gente. Yo no me hice cura para meterme en la cama de la gente”.

Es innegable que estamos frente a la posibilidad de dar otra batalla cultural. La sociedad mundial, como gran cloaca, posee las peores experiencias de exterminio a raíz de concepciones racistas, homofóficas y discriminatorias. La posibilidad de plantear debates serios, que puedan sacudirse el yugo de la ignorancia, de las premisas "del contagio" de la homosexualidad u otras condiciones de vida nos va a permitir poder tomar las mejores decisiones. Nos colocaré en nuevo escenario para que dejemos de negarle a las personas su condición humana y aceptemos la igualdad para las personas más allá de su diversidad de condiciones, de los sujetos de su amor, o de su imaginario del mundo y la manera en que quieren y sienten vivir la vida.

Los Senadores de la Naciòn, nuevamente, tienen una importante decisión en sus manos y es imperioso que no acudan a ninguna "cláusula de conciencia" y se dispongan a trabajar por la igualdad de derechos.