/...Perspectivas, imágenes, itinerarios. Interpretaciones sobre la construcción de lo real-social. Miradas del mundo desde mis propias condiciones de producción y de reconocimiento..../
viernes, 9 de julio de 2010
Y la vida va...
El mundo puede ser una mortaja
que invita a beber nuestras lágrimas
en un bar miserable
donde lánguidas arpías
traman confabulaciones.
A veces los sueños son muralla
que divide las aguas
a tal punto
de hacernos vivir frustrados.
Pero injusto sería el poeta
que se atribuya estos versos
sin reparar en lo inverso
o, aún, en lo complementario.
A esta realidad a la que nada
ni nadie se le parece
la van tejiendo con hilos
de diferentes colores.
Y entre agujeros y manchones
me sigue pareciendo hermosa.
No podrán destruírla
los adictos al naufragio
del bienestar del hermano
o el alérgico a las manos
que trabajan por la paz.
No podrá amordazarla la mentira
porque si la herida es vida
por ella brota la verdad.
La vida es un montaje
ideal para ser visto
desde la butaca del cine
para comprenderse.
Pero si uno quiere
de verdad, estremecerse
hay que ser protagonista
sin importar la suerte.
Muchos hombres han pasado
coronados por la gloria
de ser recordados siempre
por el andar de los pueblos.
Muchas mujeres han sido
la semilla sin saberlo
de los sueños libertarios
que las de hoy tenemos.
Por eso la vida es
contenedora de muchas historias
inagotable fuente
de enseñanza y de memoria.
Pobre de quien la transite
plagado de certezas
o humillado por la magia
que otros saben emanar.
Pobre de quien la luzca
como trofeo de guerra
sin saber sembrar la vida
que reposa en la humildad.
Es versátil y saltarina
requiere de fe inquebrantable
no es apta para el cobarde
que el miedo se atreve a negar.
La vida es este momento
en que los ojos se humedecen
y algo dentro de mi crece:
sentimiento de libertad.
Cuando la realidad se pone muy densa, cuando el relato periodístico se mezcla con el candor de la sensibilidad que todo lo mezcla, con la necesidad de hacer brotar de un modo poco coherente o poco aceptado por la verosimilitud que requiere el relato periodístico. Cuando esa realidad se vuelve inabarcable, cuando tanto de lo que pasa me jode, me encabrona, me supera; suelo decidir un atajo que sólo a mi me complace y en la poesía intento algún hechizo para exorcisar la realidad.
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