domingo, 29 de mayo de 2011

Mansión Seré, 11 años luchando por la verdad, memoria y justicia.

El aire congelado de la mañana se hace sentir mucho más en el sector oeste del conurbano. Olor a tierra y a pasto, un sol que apenas calienta, personas que hacen deportes en un predio de once hectáreas repleto de árboles. Dos jovencitas conversan risueñas mientras caminan. La mañana transcurre apaciblemente en el Polideportivo Gorki Grana. Una persona sin información jamás imaginaría que allí funcionó un Centro Clandestino de Detención durante la última dictadura cívico-militar. La Casa de la Memoria y la Vida que actualmente funciona en el predio el 1º de Julio cumplirá 11 años de existencia.


En el Predio Quinta Seré ubicado en la calle Santa María de Oro 3530, en el Partido de Morón, funciona el Polideportivo. En el pasado funcionó la Mansión Seré como uno de los tantos centros del horror; en el presente lo hace la Casa de la Memoria y la Vida y tienen su sede las Direcciones de Derechos Humanos y de Deportes. Paradojas de la historia, o quizás, testimonio de lucha de quienes militan por la memoria, la verdad y la justicia.
El frente de la casa tiene un cartel que dice “El Futuro habita en la Memoria”. Nos recibe Antonella Di Vruno, Directora de Derechos Humanos del Municipio. Es una mujer cálida y expresiva. En la planta baja hay una muestra de paneles permanentes con la historia de la Mansión, que es un fragmento arrancado de la historia siniestra de nuestro país durante el Terrorismo de Estado. Si cualquiera se pregunta por qué rescatar ese espacio, Antonella tiene la respuesta: “Esta casa no es sólo este dolor sino que es la resistencia”. Así comienza la larga charla que nos permite conocer más sobre la ex Mansión Seré.

Desandar esta trama nos exige retroceder a principios del siglo XX, cuando los herederos del francés Juan Seré construyeron la mansión de dos plantas con estilo arquitectónico europeo. El loteo de las sesenta hectáreas permite la construcción del barrio Seré. En 1949, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires adquiere la casa dentro de una fracción de once hectáreas. Durante años fue utilizada por la VII Brigada Aérea de Morón como casino de oficiales hasta que el estallido del golpe cambia su función.

De 1977 a 1978, la Mansión Seré (conocida como “Atila” por los represores) fue uno de los centros clandestinos más importantes del conurbano. En la zona, el circuito de impunidad se extendía también a la Regional de Inteligencia de Buenos Aires, a las comisarías 2º de Haedo y 3º de Castelar y al Chalet del Hospital Posadas. Se emplazó dentro de lo que se conoció como subzona 16 y que comprende a los Partidos de Merlo, Moreno, Morón, Hurlingham e Ituzaingo. La fuga de cuatro detenidos una lluviosa noche de marzo de 1978, llevada a la pantalla grande con la película Crónica de una fufa, provocó que la mansión fuera incendiada y luego dinamitada para destruir evidencias.

Con la vuelta a la democracia las ruinas fueron tomadas como prueba en el Juicio a las Juntas Militares. En 1985 comienzan las gestiones de traspaso del predio de la Ciudad al Municipio de Morón bajo la intendencia de Norberto García Silva. Se acuerda en ese año la construcción del polideportivo, para lo cuál fue necesario acabar con los últimos vestigios de la mansión, pese al pedido de Madres de Plaza de Mayo para impedirlo. Así se sepultaron materiales valiosísimos para comprender nuestro pasado reciente. En los años 90, el Intendente Juan Carlos Rousselot construye una casona blanca para reuniones privadas a metros de la ex mansión. La historia da un giro el 1º de Julio de 2000 con la intendencia de Martín Sabbatella. Como parte de uno de los ejes fundamentales de su gestión se inaugura allí la Casa de la Memoria y la Vida, primer espacio latinoamericano para la recuperación de la memoria colectiva.

Visitar el predio genera sensaciones contradictorias. El imaginario del terror contrasta con la apropiación que los vecinos realizan del lugar llenándolo de vida. Lo que fue parte del espiral de silencio y miedo abrió las puertas a la comunidad para sembrarse de futuro y justicia. En la Casa de la Memoria se brinda asesoramiento jurídico para los casos de violación de Derechos Humanos y orientación psicológica para afectados por el Terrorismo de Estado. Funciona una biblioteca y se coordinan talleres y visitas. Se convoca a la comunidad a participar de la producción artística, documental, ciclos de debate y festivales. También se articulan acciones con diversos organismos de Derechos Humanos. En el área de investigación, el Proyecto Mansión Seré forma parte de estudios antropológicos y arqueológicos para sistematizar información que sirva a las causas judiciales y a la reconstrucción histórica.

En 2008 el Municipio de Morón fue citado como testigo por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 5 de Capital Federal para aportar datos a la causa. Los ex brigadieres César Miguel Comes e Hipólito Rafael Mariani fueron condenados a 25 años de prisión como responsables de la subzona 16. Por otra parte, se encuentra en proceso de instrucción a cargo del Juez Daniel Rafecas la causa que contempla el circuito represivo en Morón.

La Directora de Derechos Humanos, Antonella Di Vruno, comentó la importancia de las piezas halladas por más insignificantes que parezcan. Un carozo de durazno evocó en un ex detenido el recuerdo de haber comido esa fruta luego de una sesión de tortura lo que permite desactivar mecanismo de olvido y aportar en algunos casos información relevante. También Di Vruno remarcó la importancia de que el Estado Nacional haya tomado la decisión de acompañar este proceso de reparación histórica y de memoria, porque brinda un marco de contención para el accionar de los Estados Municipales que trabajan en el mismo sentido.

El 1º de Julio la Casa de la Memoria y la Vida cumplirá 11 años y festejará junto a la comunidad el impulso transformador de la vida y la memoria contra el olvido y la impunidad. Mansión Seré es una de las piezas de la maquinaria del horror durante el plan sistemático de exterminio. Se estima que en nuestro país funcionaron cerca de 600 centros clandestinos. La reapertura de las causas en 2005, tras declarar inconstitucionales las “leyes de impunidad”, permitió condenas ejemplares, aunque los tiempos biológicos no se lleven muy bien con los tiempos de la Justicia. Según el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de 1411 imputados por crímenes de lesa humanidad, descontando fallecidos y prófugos, se condenaron a 173. Por su parte, el Archivo Nacional de la Memoria remarca que 2010 fue el año de mayor importancia para los juicios al dictarse 107 condenas a represores, la mayoría a prisión perpetua.

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