Asistimos a tiempos de cambio. Somos muchos los que, por nuestra ideología, sentimos una profunda decepción. Los votos no pueden cuestionarse y debemos llevar la alegría de que los comicios del pasado 28 de junio se realizaron en paz y con normalidad. Quienes esperábamos el apoyo a un Proyecto Nacional y Popular, no podemos escatimar esfuerzos ni cambiar de dirección ante el avance de un sector político que se escuda bajo el partido Justicialista, pero que se suma a la lista de políticos que deshonran las consignas populares. La crítica y la autocrítica no faltan, pues no se podría avanzar de otro modo. Pero ante la virulencia de las opiniones, la violencia de las críticas opositoras y la ceguera de una parte de la población (nótese que no uso el mal gastado término "gente") me veo casi en la obligación moral de decir algo desde esta otra vereda que también tiene muchas cosas que ventilar y verdades que contar.
Cada uno se hace responsable por su voto. De esta manera, por citar sólo un ejemplo, se espera que la gente de La Matanza le lleve al PRO sus necesidades de vivienda, salud y educación. Necesidades a las cuales ese mismo partido no pareció darle demasiada importancia en cuanto a sus asignaciones en la partida presupuestaria de la Ciudad.
Y volviendo con lo de la responsabilidad moral, hoy hablaba con un amigo y claramente me dijo algo que creo muy cierto. Sus textuales palabras fueron: "la libertad de expresión está bien para defenestrar a los Kirchner, para el resto no sirve!". De esta manera, un periodista es "independiente" si pone toda su habilidad, empeño y malicia en desprestigiar al oficialismo y mucho mejor si se refiere al matrimonio presidencial (que evoca tantos pensamientos morbosos y pornográficos en pseudo-conductores de radio a la mañana y a la tarde). En cambio, un periodista está "comprado" si deja entrever que los Kirchner, ciertamente, no hacen todo mal. Esta vara diferente con que se miden los sucesos, esta poca objetividad al momento del análisis (que no se le pide al ciudadano común ávido de coleccionar puteadas originales hacia los Kirchner, sino a los que cumplen un rol social como comunicadores en los medios) no hace mas que reflejar el escaso criterio y la falta de compromiso social con nuestro tiempo. Esta misma fórmula no se aplica a la oposición, que tiene amplia pantalla y prensa porque los medios de comunicación son manejados, en gran parte, por opositores. Pocos han sido los programas televisivos y radiales que nos han ofrecido el alivio de que una frase dicha al vuelo, por parte de algún dirigente opositor, sea retomada en la pregunta o la re-pregunta (como es el caso de Tres Poderes en aquella emisión donde entrevistador a Francisco De Narváez o algunas emisiones donde Ernesto Tenembaum se puso las pilas).
Y si rescato frecuentemente segmentos del programa "678", emitido por canal 7, es porque allí encuentro un claro ejemplo de las cosas que NO SE DEJAN PASAR. Porque en lo que respecta al "dejar pasar" y al "no te metas" los argentinos somos expertos.
Y en estos tiempos de cambio, no debe asombrarnos el rol, muchas veces nefasto, que cumplen los medios de comunicación. Basta dar como ejemplo la penosa manera de cubrir la seria noticia del golpe de Estado en Honduras por parte de C5N, para tener una idea de cómo los medios construyen actualidad y realidad social.
En estos tiempos de confusión y profunda incomprensión, nos encontramos con algunas puertas cerradas, pero con la firme conviccíón de que otras nuevas permanecen abiertas hacia un proyecto de inclusión social y de renovación política a futuro que requiere el fuerte compromiso de todos los que hoy se están formando como profesionales involucrados con su tiempo y con el futuro.
Las voces de vedettes y divas antipopulares que, paradójicamente, llegan a la casa de cada familia humilde; los augurios de pronosticadores del caos y gurúes de la patria financiera y sojera internacional, las altisonantes quejas de opositores que acompañaron y apoyaron los días más trágicos de nuestra historia reciente; los exabruptos de ciudadanos indignados porque, por primera vez en mucho tiempo, se está avanzando hacia un modelo que sacó a muchísima gente de la marginalidad y reestableció cierta autonomía nacional; y la manipulación de los medios concentrados de comunicación se oxidarán como todo lo que no tiene raíces se oxida y envejece.
Mientras tanto hay que seguir luchando por la honestidad intelectual, la democratización de la información y ser un poco la voz de todos aquellos que aún no tienen voz.
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